Cómo convertir una crisis en oportunidad
En
el artículo de hoy intentaremos llevar algo de racionalidad a tanta
emocionalidad que se vive en los mercados estos últimos meses. En las
inversiones como en otros aspectos de la vida, actuar por las emociones nos
puede llevar a cometer errores. Aprenderemos a ser más racionales y cómo
convertir una crisis en oportunidad. Comencemos.
Escenario
actual
De
a poco se empezó de dejar de hablar de la pandemia y sus efectos. Un mundo cada
vez más vacunado volvió poco a poco a su actividad normal aunque con cuidados.
Este escenario llevó a varios países a reducir el estímulo monetario que venían
desarrollando para mantener sus economías, dado que el aumento en los índices
de precios aparecía ahora como la “nueva pandemia”.
El
año comenzó con niveles récords de inflación en las principales potencias. Para
atacar este nuevo evento, los gobiernos de los distintos países tomaron la
medida de subir los tipos de interés. Se habla de tres, cuatro o hasta cinco
subas en las tasas de los Estados Unidos.
Un
panorama como el presentado hasta el momento, de inflación y suba de tasas,
genera en los inversores (mayormente institucionales) una rotación de cartera
hacia empresas mas defensivas (con capacidad de trasladar la inflación a
precios de sus productos), y hacia bancos (beneficiados por la suba de tasas).
Las compañías tecnológicas, ganadoras de los últimos años, comenzaron un camino
bajista explicado en mayor medida por el encarecimiento de sus pasivos.
Pero
esto no es todo. A estos eventos se sumó el conflicto geopolítico de Ucrania,
que enfrenta ni más ni menos que a Rusia con los Estados Unidos. Dos grandes
actores a nivel mundial si los hay. Este conflicto genera incertidumbre acerca de
si va a transformarse en una guerra o si quedará solo en una amenaza. Sobre lo
que si hay certeza, es que este evento plantea un escenario mucho mas difícil
para los inversores de renta variable. Nada afecta más a los mercados que la
incertidumbre. Los precios de los mercados reflejan mayormente
expectativas, futuro. Y si el futuro es incierto, los precios también pasan a
serlo, y los inversores no sabrán si se esta ante un precio atractivo o ante un
riesgo cada vez mayor.
Inversor
racional vs Inversor emocional
Dado
el contexto planteado, muchos inversores motivados por sus emociones terminan
desprendiéndose de sus inversiones para pasarse a activos mas conservadores, o
bien, para mantenerse líquidos.
Pero
pensemos lo siguiente… ¿Cuántas veces leímos frases del tipo “Se debe tener
miedo cuando otros son codiciosos, y ser codiciosos cuando otros tienen miedo”
?; o escuchamos historias de inversores que compraron cuando reinaba el pánico
aprovechando precios de descuento; o asentimos cuando alguien dice que se debe
comprar en épocas de crisis ya que es cuando aparecen las grandes
oportunidades…
Probablemente
hayamos leído cientos de frases como estas, las compartimos y hasta le pusimos
un “Me gusta”, pero a la hora de implementarlo para nosotros mismos nos invade
el miedo y actuamos exactamente en la dirección contraria.
Nos
resulta mucho más cómodo comprar activos cuando vemos que todo sube y las
buenas noticias desbordan los diarios. Las emociones y el dinero no suelen ser
buenos socios. En la práctica, muchos actuamos como inversores emocionales y
tomamos decisiones opuestas a lo que somos cuando leemos teoría y nos vestimos
con el traje de inversor racional. Claramente poner en práctica la teoría
aprendida, con la que estamos de acuerdo incluso, resulta muy difícil cuando
aparece nuestro enemigo para complicarlo todo. Y el enemigo no será la
inflación, la suba de tasas o un conflicto bélico, el principal enemigo son las
emociones.
Llevando
la teoría a la práctica
Es
cierto que no toda caída es una oportunidad. Convertir una crisis en
oportunidad puede estar en nuestras manos si nos valemos de las herramientas
adecuadas.
Para
que una caída en los mercados sea una verdadera oportunidad deben darse dos
condiciones:
-
tener un plan de inversión
-
comprar con fundamentos
Cuando
nos referimos a tener un PLAN DE INVERSION, hablamos de no comprar sin un
método definido previamente. Nadie es capaz de predecir el futuro. No podemos
anticiparnos y conocer cuál será el escenario futuro y en base a eso saber qué
activos se verán beneficiados. No sabremos si se invadirá Ucrania o no, si
finalmente se desatará una guerra, ni cuánto durará… o si Estados Unidos piensa
subir las tasas de interés, cuatro, cinco o más veces.
El
hecho de no contar con una bola de cristal no nos permite seleccionar de
antemano los activos ganadores del futuro mercado. Dado esto, el mejor plan
conocido hasta el momento es comprar de manera periódica todos los meses sin
importar el humor del mercado en cada momento. Se llama Promedio del Costo Monetario y ya hicimos un artículo sobre el tema que
invitamos a repasar.
Con
el método PCM acabaremos comprando una mayor cantidad de activos en momentos de
crisis dado que estarán a precios rebajados. Las ventas impulsadas por el miedo
rara vez es una buena idea…que nos encuentre mejor del otro lado.
Pero
este no es el mejor aporte del PCM, siguiendo este plan de compras periódicas
sin importar lo que pase, dejaremos de actuar como inversores emocionales.
Seguir el plan nos acercará cada vez más al inversor racional que queremos ser.
El
otro punto, el de COMPRAR CON FUNDAMENTOS, refiere a lo siguiente: Si una
empresa es sólida y rentable desde el punto de vista del análisis fundamental,
y goza de una ventaja competitiva duradera en el tiempo, los distintos eventos
que pone la historia en el camino no deberían ser de temer y pueden ser vistos
como una oportunidad. Dicho de otro modo, es poco probable que, por ejemplo,
el aumento de la tensión geopolítica cambie materialmente los fundamentos
subyacentes, creando una oportunidad para comprar algo por menos de lo que en
verdad vale.
Para
identificar empresas con ventajas competitivas duraderas, se puede repasar el artículo que
escribimos sobre el tema.
Consideraciones
finales
Ya
vimos cómo convertir una crisis en oportunidad. Aprendimos que en parte depende
de nosotros mismos, que necesitamos seguir un plan e investigar las empresas
con buenos fundamentos capaces de resistir el evento de turno, y así salir ganadores
en el tiempo.
A
modo de ejemplo podemos remitirnos a inicios de 2020 cuando la aparición del
covid 19 generó enormes caídas en los mercados. Las carteras en aquel momento
registraban perdidas gigantes, pero deben saber algo, no se gana ni se pierde
hasta que se vende. Quienes vendieron motivados por las emociones (miedo)
perdieron. Quienes siguiendo un plan, compraron todos esos meses de crisis,
terminaron conociendo a los índices bursátiles en máximos históricos y acabaron
ganando.
El
párrafo anterior es otro caso más de teoría que uno lee de manera racional
sentado en la comodidad de su hogar, pero que luego cuando tiene que actuar en
la práctica con su propia cartera, la emoción lo inmoviliza, o peor aún, lo
hace actuar en contrario.
Por
último, otro elemento clave que debe tenerse presente siempre es la
DIVERSIFICACIÓN. Una cartera de inversiones bien diversificada nos cubrirá de
eventos como los vistos y nos permitirá también aprovecharnos de los sectores
beneficiados. La diversificación hace además un valioso aporte a la
racionalidad dado que, si invirtiéramos todo en unos pocos activos, estaríamos
demasiado expuestos y las emociones se volverían mucho más difíciles de
controlar. La diversificación debe ser siempre parte del plan de inversiones.
Si
son inversores y no cuentan con un plan, es momento de tomarlo y llevarlo a
cabo, por su tranquilidad y la de su dinero. Si aun no son inversores, el
contexto actual puede estar dejando un nuevo momento ideal para comenzar.
Recuerden aquella frase que dice: “El mejor momento para invertir fue hace 10
años… el segundo mejor momento es ahora”.