Ahorrar para ser independientes
“No tenía la
intención de hacerme rico. Sólo quería ser independiente”
Charlie Munger.
Vicepresidente de Berkshire Hathaway y mano derecha de Warren Buffett.
Comenzamos el artículo de hoy con
esta cita de Charlie Munger, una de las personas más ricas del mundo. Y lo
particular de su riqueza es que no fue producto de una herencia (ya sea de
dinero o de cargos heredados), sino que fue fruto de sus hábitos financieros
saludables.
Mugner supo decir alguna vez que
su intención era poder levantarse todas las mañanas sabiendo que él y su
familia podían hacer lo que querían eligiendo ellos las condiciones. Las
decisiones financieras que fue tomando a lo largo de su vida giraban en torno a
ese objetivo. Y vaya si lo consiguió.
La independencia, en cualquier
nivel de ingresos, es el fruto del margen de ahorros que uno sea capaz de
generar en su metro cuadrado. Y no buscamos hacernos ricos, sino un poco más
libres e independientes. Sobre esto nos vamos a referir en el artículo de hoy.
Eliminar preconceptos
Existen muchos preconceptos en
torno a las finanzas. Y en nuestro caso, los vivimos a diario. Cada vez que
publicamos nuestras capacitaciones sobre Finanzas Personales por ejemplo, en ocasiones recibimos
respuestas del tipo: “Para qué voy a ir si no tengo dinero, cuando tenga algo
ahorrado voy”; “Seguro van a hablar de ahorrar e invertir… si no puedo ahorrar
ni un centavo, no tiene sentido que vaya”; “invertir es para gente con capital,
tiempo y conocimiento… no es para mí.”; y así podríamos seguir.
Todas esas trampas mentales hacen
que nunca se tome la decisión de mejorar de una vez por todas nuestra relación
con el dinero. Y eso hará que nunca llegue ese tiempo mejor en el que se
contará con un ahorro para, por lo menos, saber qué hacer con él.
La razón más importante de
educarse financieramente es que para muchos de nuestros objetivos se necesitan
recursos. Desde nuestras metas a más corto plazo, hasta nuestros sueños más
lejanos necesitarán de una adecuada gestión del dinero para poder cumplir con
todos nuestros propósitos. Si no empezamos a amigarnos con nuestras finanzas,
nunca llegaremos a ese "yo futuro" que deseamos ser.
Independientemente del ingreso
que se tenga, mejorar el margen de ahorro será sin dudas la mejor inversión. Y
para eso no se necesita de un capital inicial ni de conocimientos previos. Solo
se necesita arraigar fuertemente la idea de que un buen ahorrador es mucho
mejor que un buen inversor. ¿Cómo se explica esto?
Yo puedo ser mejor inversor
que vos al obtener una tasa de rendimiento del 12% contra un 8% que vos obtenes. Hasta ahí, soy mejor inversor que vos. Pero si agregamos el supuesto
de que vos sos capaz de ahorrar un 30% de tu ingreso, en tanto que yo que soy más
gastador, sólo destino a pagarme a mí mismo un 10%, ¿Quién crees que va a
acabar con un capital mayor a lo largo del tiempo? Sin duda lo serás vos gracias a ser
un mejor ahorrador y pagarte a vos mismo una suma mayor de tu ingreso. Luego se
podrá dar un salto de calidad en tus inversiones para elevar esa tasa de
rendimiento del 8%, pero “la base de la fortuna” ya la tenes con vos. Aquel que
no tenga el hábito de ahorrar más, tendrá problemas para hacer crecer su
patrimonio en el tiempo dependiendo exclusivamente de su expertiz como
inversor, toda vez que las inversiones, como la vida misma, alternan ciclos buenos y
malos.
Y ahora que ya conocemos la base
de la fortuna, resta lo más difícil: Dar el primer paso.
Ahorrar por ahorrar
Muchos conocen a la perfección la
teoría de pagarse a uno mismo primero una vez percibido el ingreso, y tratar de
incrementar lo más que se pueda ese margen de ahorro. Pero nuevamente aparecen
preconceptos que hacen que esa teoría no pueda llevarse a la práctica: ¿Cómo
empiezo? ¿Por dónde arranco?
El primer paso para comenzar en
este camino a la independencia es preguntarse si se cuenta con un Stock de
Seguridad. El Stock de Seguridad del cual ya hemos hablado en un artículo
anterior, ese ese dinero destinado a eventos inesperados que siempre pueden
pasar. El famoso “por si pasa algo”.
Contar con un stock de seguridad
no solo nos aporta seguridad como su nombre lo indica, sino que también viene a
brindarnos una cuota de libertad dado que, el hecho de saber que contamos con
ese colchón nos permite tomar decisiones con otro respaldo, con más espalda.
Está buenísimo ahorrar para un
objetivo concreto (una propiedad, un auto, un viaje, etc.), pero ahorrar para
cosas que son imposibles de predecir es una de las mejores razones para
ahorrar.
La vida de cualquier persona es
una cadena continua de sorpresas. Los ahorros que no están destinados a algo en
particular, son una cobertura contra la inestable capacidad que tiene la vida
de sorprendernos.
Ademas, no sabemos qué nos
deparará el futuro. Tampoco nosotros mismos sabemos hoy por hoy lo que vamos a
querer en el futuro. La planificación a largo plazo es más difícil de lo que
parece porque, con el paso del tiempo, los objetivos y los deseos de la gente
cambian. Es por esto que el “ahorrar por ahorrar” no está mal. Hagamos juntos
esta analogía: La mayoría de los aviones tienen un sistema auxiliar por si el
sistema principal falla. Y los auxiliares suelen también tener otros sistemas
auxiliares. Los aviones más modernos llegan a tener hasta cuatro sistemas
eléctricos coexistentes. Pueden volar con un solo motor y técnicamente aterrizar con
ninguno, ya que cada avión debe ser capaz de detenerse en la pista solo usando
los frenos, sin el empuje inverso de sus motores.
Esto que se destaca en los
aviones, muchas veces se pasa por alto en los individuos y en las familias
respecto a tener un recurso auxiliar en caso de algún fallo inesperado.
Está muy bien ahorrar para los
objetivos que nos hayamos planteado, pero es igualmente importante y hasta
incluso lo ponemos en primer lugar, ahorrar para cosas que no podemos predecir.
Una vez que contamos con ese
stock de seguridad, estaremos en condiciones de continuar ahorrando pero ahora
sí con fines específicos. Los objetivos deberán estar definidos de la mejor
manera posible, en cuanto a plazo de realización y recursos necesarios para su
financiamiento. Será muy importante que cada uno de estos objetivos estén
visibles, si es necesario los escribiremos, los pegaremos en la heladera, de
fondo de pantalla en el celular, etc. El hecho de tenerlos siempre visibles
hará que actúen como motivación para no perder el foco y mucho menos, los
hábitos. Motivación viene de “motivo para la acción”, y tener bien definida la
meta nos servirá de guía y empuje para levantarnos cada mañana y tener la
determinación necesaria para continuar con el plan.
Cada objetivo necesitara de
recursos para su consecución. Deberemos prestar especial atención de alinear
los recursos necesarios al objetivo propuesto. Es decir, si un objetivo debe
ser alcanzado en un plazo corto de tiempo, deberá ser cubierto con activos que
no se expongan a volatilidad alguna que ponga en riesgo su realización.
Objetivos ligados a países extranjeros o bienes importados necesitarán de
inversiones en dicha moneda para evitar que un salto brusco en la cotización
acabe alejando el objetivo deseado. Y así cada propósito deberá pensarse con
los activos adecuados para su financiamiento.
Utilicemos distintas cuentas
Estos tiempos hacen un muy buen
aporte a esta diversidad de objetivos y recursos. ¿A qué nos referimos? Uno
podría por ejemplo, abrir una cuenta (puede ser en un broker, un plazo fijo en
un banco, lo que sea), ponerle el nombre del objetivo perseguido, y asignarle
los recursos que vayan a satisfacerlo. La gestión a llevar a cabo en cada
cuenta estará en función del objetivo que se trate, así por ejemplo, el
objetivo de independencia financiera podría ser pensado solventar con una
cuenta abierta en un broker (a dicha cuenta le pondremos de nombre
“independencia financiera”), y con los fondos allí asignados buscaremos
invertirlos en aquellos activos que hayan demostrado un mejor desempeño a largo
plazo (una cartera diversificada en renta variable por ejemplo).
En otro broker,
podríamos tener otra cuenta que persiga algún objetivo a mediano plazo como un
viaje por ejemplo. Si se tratara de un viaje al exterior, en esta idea de
alinear el recurso con el objetivo, la cuenta deberá estar conformada por activos
en dólares.
Para objetivos a corto plazo, aquellos que no podemos poner en riesgo su realización, los cubriremos con instrumentos más conservadores como un plazo fijo en un banco, cauciones o fondos comunes de inversión.
De esta manera podemos
administrar los objetivos y nuestros tiempos, entendiendo que una cartera de
inversiones que persiga un objetivo de largo plazo no necesitará que se le esté
encima. Tampoco un plazo fijo para nuestras metas de corto plazo dado su
carácter conservador y sin volatilidad.
Abrir distintas cuentas de
inversión en diferentes brokers no conlleva gastos adicionales ya que ninguno
cobra un costo de mantenimiento, y termina siendo un gran aporte a la
administración de un patrimonio en relación con distintos objetivos. Y el hecho
de ponerle nombre a cada cartera identificando el objetivo perseguido, nos
servirá para no perder de vista la misión de dicha inversión cada vez que
tengamos que tomar decisiones sobre ella.
Educarnos financieramente nos
hace más libres e independientes no solo como individuos, sino también como
sociedad. Estamos a tiempo de mejorar nuestra relación con el dinero pero para
eso hay algo que debemos tener en cuenta, uno de los recursos que mayor peso
tiene en estas cuestiones es el recurso tiempo. Cuanto antes empecemos
mejor, porque no olvidemos: La persona que soñamos ser en el futuro estará en función de las
decisiones que tomemos hoy.
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