"El lunes empiezo..."




“El lunes empiezo…”.

 

Muchas de las promesas que nos hacemos suelen comenzar con esas tres palabras. Para terminar la frase podríamos poner: …el gimnasio …la dieta …a estudiar …a ahorrar, etc.

En el articulo de hoy hablaremos sobre Procrastinación. Se conoce como procrastinar al comportamiento de aplazar una actividad que entra en conflicto con los hábitos y que diferimos en el tiempo siendo plenamente conscientes de que eso nos actúa en contra.

Se trata también de un sesgo de la economía conductual que influye en nuestras finanzas alejando cada vez mas los objetivos deseados y la libertad financiera. En adelante repasaremos cómo la procrastinación afecta nuestro bolsillo y qué debemos hacer para de una vez por todas, cumplir nuestra promesa el próximo lunes

 

PROCRASTINAR

 

Ya definimos procrastinar. Lo hacemos con frecuencia y en diferentes situaciones de la vida: terminar un trabajo, estudiar una materia, una refacción en la casa, cambiar el auto, empezar a ahorrar. Una y otra vez vamos retrasando tareas que nos agobian, nos generan algún tipo de stress o simplemente, nos aburren. Siempre hay algo más divertido en el corto plazo que nos ocupa primero y hasta de a poco nos vamos autoconvenciendo que son más prioritarias.

La conciencia primero, y el inevitable paso del tiempo después, se encargan de recordarnos la obligación y volvemos nuevamente al punto de partida como una pesadilla, con la diferencia de que ahora hay menos tiempo que antes.

Esto que nos sucede con un trabajo o una materia como dijimos, nos pasa también cuando queremos tomar la decisión de hacer algo diferente con nuestras finanzas, gestionar de una manera más eficiente nuestro dinero. Siempre vamos a encontrar algo más entretenido y urgente, postergando así la decisión de ahorrar e invertir ese ahorro.

El desconocimiento es aquí sin duda alguna el mayor culpable. Ya dedicamos varios artículos a la falta de educación financiera y el miedo a lo desconocido nos hace quedar en la situación cómoda en la que estamos, que conocemos, a pesar de que internamente sabemos que desde lo financiero quizás no sea la decisión acertada.

 

Ahora bien, todos leemos a diario los valores de la inflación que poco a poco van comiendo nuestro ahorro, sabemos que dejar el dinero en bajo el colchón, en la cuenta o incluso generando interés nos va quitando riqueza y capacidad de compra. ¿Por qué entonces, si sabemos todo esto, no comenzamos a hacer algo diferente con nuestro dinero? Nos guste o no, muchos de los objetivos propuestos van a necesitar de recursos que los financien, y si no empezamos de una vez por todas a cuidar y generar recursos, esos objetivos acabarán siendo una mera expresión de deseos.

Una respuesta a esta pregunta la da el psicólogo Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002, al decir que el ser humano es un ser racionalmente limitado, sin autocontrol, que cae en las trampas de la mente.

Según Kahneman, inconscientemente vemos al ahorro como un gasto que nos impide consumir hoy. Esta trampa mental recibe el nombre de SESGO DEL PRESENTE. Preferimos quedarnos con las tentaciones del corto plazo, que sin dudas son más divertidas, y postergar la decisión de comenzar a ahorrar. ¿Excusas para no empezar? Tenemos miles:

-        “No entiendo nada de finanzas e inversiones”

-        “No puedo ahorrar porque mi ingreso y mis gastos no me lo permiten”

-        “Soy joven y quiero disfrutar, hay tiempo para ahorrar”

-        “No me importa el dinero”

-        “Se necesita de mucho capital”; etc.

El caso es que son todas excusas, y como pusimos al principio en la definición de procrastinación, la conciencia y el paso del tiempo a la larga pasan factura.

Es importante destacar que las “excusas” que citamos a modo de ejemplo tienen solución y no deben actuar como limitantes. El mundo de las finanzas lejos de lo que se cree es un camino simple si se lo decide comenzar a andar, lo difícil es dar ese primer paso. Las técnicas para comenzar a ahorrar (como el “pagarse a uno mismo primero”) son simples, efectivas, y no importa el ingreso alto o bajo que se perciba, es una cuestión de hábito.

Algo similar ocurre con las alternativas de inversión. No nos permitimos conocerlas y seguramente hay instrumentos que se adapten justo a nuestro perfil, necesidades, rendimientos buscados y riesgos tolerables. Y lo mas importante, no se necesita ni contar de gran capital ni dedicarles mucho tiempo.

 

Este sesgo del presente guarda estrecha relación con el SESGO DEL OPTIMISMO. Esta trampa mental nos viene a decir que hay tiempo para empezar a pensar en ahorrar o invertir. Nos dice que disfrutemos, que somos jóvenes, podemos empezar más adelante.

Debemos saber que una correcta gestión financiera no nos limita el disfrute actual. Por el contrario, si somos financieramente inteligentes podremos disfrutar el presente y también del futuro sin limitaciones.

El futuro es el lugar en donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas. No lo podemos evitar. Por más optimistas que seamos, lo cual es bueno en muchos aspectos, debemos pensar en nuestro futuro ya que éste será según las decisiones actuales que tomemos.

Debemos perderle el miedo a la frase “largo plazo”. Pensemos por un momento, en inversiones se suele hablar de largo plazo cuando el horizonte temporal es mayor a dos años. Pensemos nomás cuánto tiempo llevamos de pandemia…este mes se cumplen dos años… ¿Es de verdad mucho tiempo para mantener una inversión?

 

Por su parte, el experto en procrastinación Tim Urban, dice que cuando nos enfrentamos a un horizonte temporal de largo plazo quien guía nuestras vidas es el “Mono de la Gratificación”. Este mono prefiere la pereza, nos lleva por el camino del disfrute, un camino que puede ser divertido pero corto. Mientras se siga en ese horizonte temporal de largo plazo el “Monstruo del Pánico” permanece dormido. El monstruo solo despertará cuando el tiempo apremie, la fecha de entrega del trabajo o examen esté próxima, o el objetivo propuesto no llegue a cumplirse por falta de recursos.

 

UN CODAZO

 

Para combatir a este Mono de la Gratificación y vivir tanto un corto como un largo plazo de disfrute y tranquilidad, nos vamos a valer del aporte de otro premio Nobel de Economía (2017), Richard Thaler.

Thaler fue reconocido y premiado por la Teoría del Empujón (Nudge, en inglés significa leve empujón con el codo).

Esta teoría nos habla de que mediante pequeños empujoncitos se pueden hacer enormes avances para modificar la conducta de las personas.

A la hora de pensar a largo plazo las trampas que sufre nuestra mente nos puede llevar a tomar decisiones guiadas por la falta de autocontrol y las tentaciones del corto plazo.

La teoría del empujón indica que cuando se está entre dos opciones, las personas a menudo escogen la que es más fácil, a pesar de que no sea la correcta. De ahí que normalmente necesitemos empujones para tomar mejores decisiones.

 

Thaler utiliza el fragmento de Ulises y las sirenas de la Odisea de Homero para dar un ejemplo de empujón. Tanto Ulises como toda su tripulación no debían caer en la tentación de escuchar el canto de las sirenas ya que eso haría que naveguen hacia la costa con el riesgo de encallarse. Como Ulises quería escuchar el canto, tuvo que tomar una serie de medidas para poder continuar su rumbo. Ordenó a su tripulación que lo atasen con fuerza a uno de los mástiles y que ellos se taparan sus oídos. De esta manera la tripulación no iba a escuchar el canto de las sirenas ni los gritos de Ulises pidiendo que lo liberaran.

 

Con este relato, Thaler nos quiere decir que muchas veces necesitamos empujones para tomar las decisiones correctas. Y en ocasiones debemos entender que necesitamos de otras personas.

Recurrimos a psicólogos para buscar herramientas que por nosotros mismos no podemos encontrar, a nutricionistas para que nos guíen con nuestra alimentación o a entrenadores para mejorar nuestro estado físico o perfeccionar el deporte que practicamos… pero para la gestión de nuestro ahorro, lo dejamos a nuestro propio control, nosotros podemos, o estoy bien así.

A diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, los asesores financieros no son una figura a la cual se suele recurrir en nuestro país. Dado que no contamos con educación financiera, el mismo tabú de hablar de dinero y los sesgos vistos nos llevan a cerrarnos en nuestra zona de confort. Zona que cada vez se vuelve mas chica a medida que el tiempo avanza.

 

Este empujón no es otra cosa que lo que nosotros llamamos “que la razón venza a la emoción”. Yendo al terreno de las finanzas, se trata de sacar el inversor racional en lugar de al emocional.

Con paciencia, autocontrol y un horizonte temporal de largo plazo, acompañado de una correcta diversificación, todos podemos alcanzar nuestras metas financieras.

 

Ahora permítanos por un momento escribirle a usted.

Si llegó a leer hasta aquí en este artículo, si se sintió identificado en alguno de los pasajes del mismo, como ser el hecho de procrastinar el ahorro o la inversión, o el hecho de creer que para invertir de una manera diferente se requiere de conocimiento, tiempo y capital, le decimos lo siguiente: Como diría Thaler, quizás esté necesitando un pequeño empujón. Quédese tranquilo que no lo vamos a atar como a Ulises, ni le vamos a andar dando codazos, se trata de ayudarlo en forma personalizada a ordenar sus finanzas, enseñarles nuevas opciones de inversión, y que de esa manera sus objetivos no queden en una mera expresión de deseos.

El primer paso siempre depende de usted y será tomar definitivamente la decisión:

 

-        “Este lunes voy a llamar a Momentum Finanzas”.