EDUCACIÓN FINANCIERA
Pensar
en el dólar y en el plazo fijo como inversiones en Argentina es algo casi
cultural. Me encuentro con personas de todas las edades que acotan las
alternativas para canalizar sus ahorros a solo esas dos opciones. En mi afán
por buscar una explicación a este fenómeno, pensé que el origen podría ser la
falta de educación financiera que existe en nuestro país. Para ello, me propuse
investigar la evolución de la educación a lo largo de los años y para comenzar
decidí dar el punto de partida con alguien muy ligado a la educación durante
años: mi mamá.
Ella
es una docente jubilada de setenta y algo de años que me contaba sobre sus días en
la escuela.
Nacida
en el campo, iba todos los días (siempre que la lluvia y el extenso camino de
tierra lo permitía) a la escuela que quedaba en el pueblo a varios kilómetros
de distancia. La llevaba mi abuela en sulky (los más jóvenes que no conozcan
este medio de transporte sabrán googlearlo), cosa que le daba algo de
vergüenza, según cuenta, cuando sus compañeras la veían llegar.
En
la escuela tenía materias comunes como matemáticas, historia, geografía, y
otras un tanto más extrañas para estos tiempos como Economía Doméstica y
Mecanografía. Imagínense que al escuchar el nombre “Economía Doméstica”
instantáneamente pregunté interesado el contenido de dicha materia. Lejos de lo
que creí podría ser parte del programa de estudio, la materia incluía temas como:
tejido, costura, pintura, cocina y manualidades.
En
mi caso, que tengo algo más de cuarenta, no llegué a tener mecanografía y mucho
menos Economía Doméstica (mal no me hubiera venido). A diferencia de mi mamá
que no tenía materias donde enseñaran algún idioma, tuve inglés (aunque
solamente en la secundaria), informática y contabilidad.
Por
supuesto que las materias clásicas como matemáticas, historia, geografía, etc.,
las tuve al igual que ella y hasta me animaría a decir que con similares
contenidos.
Ahora
me toca vivir la escuela desde el rol de padre. Mi hijo tiene ocho años y las
materias que tiene en el colegio son bastante diferentes a las de mi época, ni
hablar a las de mi mamá. Desde los primeros grados ya tiene Ciencia y
Tecnología, una interesante materia en donde, jugando, aprende los primeros
conceptos de robótica y programación. Cuenta también con una importante carga
horaria semanal de inglés que aprende de forma tan divertida que hasta dan
ganas de sumarse a las clases y aprender con él.
La
(no) educación financiera en cada generación
Desde
los años 50, pasando por fines del siglo XX y entrado ya en el año 2022 los
contenidos que se aprenden en la escuela han ido adaptándose a cada tiempo. De
la Economía Doméstica a Ciencia y Tecnología han pasado muchos años. Pero no
solo cambiaron las materias sino también las formas en que materias clásicas
son enseñadas. Basta como ejemplo mencionar la manera en la que los niños de
hoy aprenden a sumar números de dos cifras, poniendo uno al lado del otro y
descomponiéndolos hacia abajo (para quienes aprendimos a sumar poniendo un
numero debajo del otro nos parece un empezar de cero). O con el uso de la
calculadora, ese elemento que era visto en mis tiempos de secundaria como una
trampa y casi sinónimo de haberse copiado. En la actualidad mi hijo, que acaba
de terminar segundo grado de primaria tiene problemas a resolver con la calculadora
y yo sigo escuchando en mi mente: “! Si usas la calculadora no vas a
aprender nada!”.
Pero
no todo es diferente. Existe algo que es común a las tres generaciones
presentadas, ya sea que hayan ido a la escuela en sulky a aprender tejido y
costura, o estén aprendiendo robótica por Zoom en las clases durante pandemia. Ese
común denominador que une a las tres generaciones es la falta de Educación
Financiera en las escuelas. Conceptos como el ahorro, la inversión, el
financiamiento y el manejo del dinero es algo que no se enseña en la escuela
(incluso a veces tampoco en la facultad), y no con el fin de dotar al alumno de
herramientas para “salvarse”, sino para generar una sociedad económicamente
responsable y capaz de contribuir al bienestar social.
Seguimos ahorrando en lugar de invirtiendo
Siguiendo
la charla con mi mamá, le pregunté en qué invertían en su época. Noté que ya la
palabra inversión le hizo un poco de ruido, como si no hubiese sido un término
habitual por esos tiempos. “Con tu padre ahorrábamos (prefirió usar esa palabra)
en la Caja de Ahorro del Correo, y recién en 1967 constituimos el primer plazo
fijo en el banco”. Recordó también que había gente que compraba dólares aunque
eso lo veía como algo lejano, para gente con más recursos.
Los
plazo fijos y la compra de dólares (quienes pueden) siguen siendo décadas
después, las alternativas elegidas por la mayoría de los argentinos para
canalizar sus ahorros. Todavía para muchos la palabra Inversión descoloca, como
si fuera algo extraño, ajeno y difícil. Hablar de dinero no tiene que ser un
tema tabú.
Así
como mi mamá, toda esa generación, y las siguientes, no tuvieron la posibilidad
de aprender educación financiera en la escuela. Lo único que se podía trasladar
a los hijos era la experiencia vivida en esta materia. Si solo se “ahorraba” en
plazo fijo y comprando dólares, las generaciones siguientes rara vez iban a conocer
algo diferente.
De
todos modos, no todo está perdido… si están leyendo estas líneas es porque
quieren hacer algo diferente, no solo para ustedes, sino también para las
próximas generaciones.
Comencemos
a hablar de dinero
La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y UNICEF, mencionan
en un trabajo en conjunto que la falta de educación financiera a temprana edad
hace a los individuos y a las familias más proclives al endeudamiento y la
quiebra.
Nuestro
planeta tiene un número de habitantes cada vez más grande y la esperanza de
vida es cada vez mayor. Es decir, somos más y vamos a vivir más tiempo. Eso nos
debe necesariamente llevar a pensar que todos, y los jóvenes y niños en
particular, necesitarán tomar decisiones financieras inteligentes para la vida
diaria. Piensen nomás en vivir de la jubilación más años que en la actualidad.
Y con las cuentas fiscales como están, ¿creen que pueden delegar en el Estado esa
tarea y despreocuparse del futuro de sus finanzas?
Muchos
padres consideran a la educación financiera como un factor clave a enseñar a
sus hijos, pero cuando deciden empezar se encuentran con el problema de no
saber cómo hacerlo. La escuela debería asumir parte de ese rol. Como por ahora
no lo hace (salvo alguna propuesta en CABA que surgió este último tiempo), les
dejo unos simples consejos para comenzar a poner el tema sobre la mesa en el
hogar:
1.
CAMBIAR
EL HÁBITO DE AHORRAR. Al contrario de lo que muchos creen que ahorrar es
aquello que sobra del ingreso luego de pagar los gastos, el ahorro debe ser la
parte que se aparta del ingreso inmediatamente de percibido éste, y luego si,
con lo que queda, afrontar los gastos. Ahorrar es “pagarse a uno mismo
primero”. Muchas personas inmediatamente que cobran su sueldo comienzan a pagar
todos sus gastos mensuales. Pagan a todo mundo y se dejan a ellos mismos para
el último. Con este nuevo hábito se acabarán reduciendo, casi sin
proponérselos, muchos gastos que eran innecesarios.
Algo a tener en cuenta en este punto es
separar ese ahorro de la cuenta de ingresos, es decir, derivarlos a una cuenta
aparte para así obligarnos a invertirlo y no caer en la tentación de tenerlo a
mano y gastarlo.
2.
LA
CAJA DE AHORRO NO AHORRA Y LA ALCANCIA TAMPOCO. Sean adultos o niños, muchos
suelen guardar los ahorros en la cuenta o en la alcancía creyendo que están
contribuyendo a una saludable gestión financiera. Ahorrar es POSTERGAR CONSUMO
PRESENTE PARA PODER CONSUMIR MÁS EN EL FUTURO. En un país con inflación, donde
todo aumenta, ni la caja de ahorro ni la alcancía de un niño les permitirá
comprarse aquello que deseen en el futuro si no se pone el dinero a generar más
dinero. Empezar por conocer los diferentes instrumentos de inversión existentes
es un gran primer paso para comenzar. Incluso para los niños, ellos entienden
rápidamente si se les explica el concepto de invertir (postergar, esperar, ser
paciente) para obtener un beneficio mayor. Hasta lo puede hacer como un juego.
Para los jóvenes que recién comienzan su relación con el dinero, puede ser
motivante ser dueño de las empresas que producen los bienes y servicios que
utilizan a diario (Apple, Mc Donald’s, Starbucks, Coca Cola, Disney, Netflix,
Amazon, Mercado Libre, entre otras). Es cuestión de conocer las alternativas
existentes en mercado. El interés por aprender y sacarle provecho a estos activos
hará el efecto bola de nieve que haga que quieran cada vez destinar más a la
inversión. Hay un mundo más allá del plazo fijo y el dólar.
3.
EMPEZAR
CUANTO ANTES. Para los más niños, existen juegos que introducen en forma lúdica
la relación con el dinero, el ahorro, el presupuesto, no gastar más de lo que
ingresa y hasta invertir para obtener aquello que se desea. En internet existen
juegos en los que el niño por ejemplo debe construir una ciudad, y para eso
necesita gestionar recursos de manera eficiente para que su ciudad sea cada vez
más bonita y grande. Si se gasta todo rápido, su ciudad no crecerá como se
desea.
Entre los juegos de mesa, el famoso
CashFlow de Robert Kiyosaki (se puede jugar a partir de los 6 años) o el
Monopoly pueden ser buenas alternativas.
Otro aspecto a incorporar de a poco en los
niños es explicarles cómo funciona un cajero automático, cómo se paga con
tarjeta de crédito o por internet, entendiendo que son situaciones de la vida
cotidiana que alguna vez lo harán ellos llegado el momento. Hablar de dinero no
tiene que ser algo malo. Durante años se miró mal a quien hablaba de “plata”,
de “guita”. Bien o mal, déjenme decirles que el dinero está en casi todo lo que
nos rodea, y debemos aprender a relacionarnos con él y enseñarles a nuestros
hijos también porque si tenemos suerte, es algo que nos va a acompañar toda la
vida.
4.
FLUJO
Y STOCK. Dos conceptos claves a conocer. La relación que guarda un valor con el
tiempo marcará la diferencia entre flujo y stock. Hablamos de flujo cuando nos
referimos a un PERIODO de tiempo (semana, mes, año); mientras que stock refiere
a un INSTANTE o momento único. De esa simple definición podemos inferir que
será flujo el sueldo que se percibe mes tras mes, el alquiler que se cobra por
una propiedad o los intereses de una inversión. En tanto que como ejemplo de
stock podemos mencionar el cobro de una herencia, un premio, o incluso los
ahorros. La importancia de conocer y distinguir estos conceptos radica en que
cuando un stock no es renovable, si no existe un flujo que lo abastezca de
manera periódica, ese stock inevitablemente acabará agotándose.
Una persona se puede gastar todo su stock,
se lo pueden robar, se lo puede llevar un “corralito” o un mal negocio, y sin
dudas será un dolor enorme, pero mientras esa persona siga teniendo flujo podrá
recuperarse y hasta formar un nuevo stock. En cambio, si una persona que tiene
stock (ahorros) pierde el flujo, ¿Cuánto tiempo podrá mantenerse viviendo solo
de su stock? ¿Podrá recuperarse del golpe de perder el flujo?
La importancia de generar flujo con el
stock es fundamental a lo largo de toda la vida. Y cuantas más fuentes
generadoras de flujo se tenga, mas tranquilidad financiera se tendrá. El dinero
parado en la cuenta o bajo el colchón, no genera flujo.
5.
INTERÉS
COMPUESTO. Esta idea se relaciona con la anterior. Una vez formado un stock,
puesto a trabajar a interés compuesto se generará un efecto bola de nieve que
hará que el stock crezca, tomando a medida que pasa el tiempo, más volumen y
velocidad de crecimiento. El interés compuesto no es ni más ni menos que hacer
que el dinero genere más dinero a través de la capitalización de intereses, los
cuales no son retirados al final de cada período de la inversión. Tenemos un artículo
sobre el tema que recomendamos su lectura, poniendo especial atención en sus
ejemplos prácticos “INTERES COMPUESTO”.
La mejor inversión
Existe un viejo proverbio chino que dice:
“Dale un pescado a un hombre y lo
alimentarás durante un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida”.
Los que somos padres nos preocupamos por
dejarle algo a nuestros hijos, no queremos que les vaya a faltar nada. Podemos
dejarle mucho pescado (stock), pero si no les enseñamos a pescar (educación
financiera) acabarán consumiéndolo todo.
Comencemos cuanto antes a educarnos y
educar en finanzas, es sin dudas la mejor inversión.