Invirtiendo con amigos
Hoy te voy a contar tres
historias reales que tienen como protagonistas a amigos míos. Para no herir susceptibilidades
que afecten nuestra amistad, modifiqué sus nombres para mantenerlos en el
anonimato.
Te propongo leer detenidamente
cada una de estas tres historias para ver si te sentís identificado con alguna.
Empecemos.
Leo, al que siempre está por
pasarle algo.
A mi amigo Leo no sé si definirlo
como un desconfiado financiero, o un trágico de los escenarios futuros. A él
siempre le gusta tener la plata en el bolsillo, o, como muy lejos, en su casa.
Todavía no logro descifrar si el tema pasa porque es desconfiado de todo el
sistema financiero (y ni que hablar del mercado de capitales), o si se debe a
que siempre esta pensando que hay que tener dinero a mano “por si me pasa
algo, yo quiero estar tranquilo”, se lo escuché decir unas cuantas veces.
Sea cual sea la razón por la que
no hace nada diferente con su ingreso, y no gana mal, ambas posibilidades bien
podrían trabajarse para que sus temores no le impidan vivir mejor y más
tranquilo.
Por el lado de: “si me pasa algo,
quiero estar tranquilo”, las finanzas tienen un concepto que lo habrás
escuchado nombrar alguna vez como: Stock de Seguridad, Colchón Financiero,
Fondo de Reserva, etc. Es el punto de partida de una buena gestión de las
finanzas personales empezar por formar ese stock de seguridad. La función de
ese colchón no es únicamente contar con fondos líquidos y disponibles para
atender cualquier urgencia que se pueda presentar (“por si pasa algo”), sino
que también cumple la función de llevar tranquilidad a la persona que, ya
contando con ese fondo de reserva, puede pensar en hacer algo más que guardar
su dinero y puede, por ejemplo, ponerlo a trabajar para que genere más dinero.
El primer paso entonces de todo
inversor es formar un Stock de Seguridad, el cual deberá tener la
característica fundamental de la liquidez. Es decir, poder echar mano de esos
fondos cuando se los necesite. Otra característica a pensar sobre este fondo de
reserva es que mantenga su valor. Se lo puede tener en dólares por ejemplo, que
a la larga ha demostrado ser reserva de valor más allá de algún momento de
inflación en esa moneda, o bien tenerlo en pesos pero ajustando su valor mes a
mes acorde con la inflación del país para que no se desvalorice (hoy en día
existen las cuentas remuneradas o los fondos comunes de inversión de rescate
inmediato que bien podrían cumplir esa función).
Y por el lado de la desconfianza,
a veces la inacción o lo que se denomina “errores de omisión”, nos llevan a estar
más en una situación de riesgo que si tomáramos la decisión de actuar. ¿Cómo es
eso? Tener el dinero en el bolsillo, en tu casa, en la casa de tus padres, o de
algún amigo de confianza, también conlleva sus riesgos (y ni hablar de la
desvalorización de la moneda si ese dinero está en pesos). Y si lo tenes en tu
cuenta bancaria, a salvo de la inseguridad “física”, tenes que saber que también
está expuesta a riesgos de ciberdelitos, algo que lamentablemente esta muy de
moda. Sin embargo, si esos fondos los tenes invertidos en algo líquido y con
disponibilidad, como un fondo común de inversión por ejemplo, la posibilidad de
ciberataques se reduce ampliamente (además de que ganarías algo de rendimiento
que permita engrosar esa suma).
Tener una cuenta de inversión no
es un problema, son amigables para usar, muy seguras, y abrirlas es tan fácil
como abrirte una red social y en el caso de mi amigo Leo, las tiene todas. Todavía
no logré que comience a invertir pero al menos hace unos días empezó por
bajarse la app. Tiempo al tiempo. De a poco lo voy a convencer de empezar a
probar con poco.
Willy, el acumulador
¿Vieron que hay gente
acumuladora? Esos que guardan absolutamente todo pensando en que alguna vez lo
van a necesitar. Yo los defino como: los que guardan ahora para tirarlo más
tarde, cuando ya no tengan lugar para acumular nuevas cosas.
Mi amigo Willy es acumulador.
Pero un acumulador raro, Willy acumula dinero. Y ¿Dónde esta el problema con
eso?, me preguntarás. Esta claro que no lo defino como problema, pero de nuevo dejame
traerte el concepto de errores de omisión. A veces se pierde más por la
inacción que por la acción misma, y no nos damos cuenta de eso porque no
solemos ver como una pérdida a lo que dejamos de ganar por no hacer nada.
Willy, a diferencia de Leo, no deja
el dinero en su cuenta por desconfianza o miedo a que pase algo, sino que
acumula solamente porque no le interesa el tema. No le preocupa hacerlo rendir
porque gana bien y vive acorde a sus pretensiones, y porque prefiere dedicar su
tiempo a otras cosas y no a las finanzas que es un mundo que no le gusta para
nada. Lo que Willy desconocía (ya vas a ver por qué lo puse en pasado), es que
parte de ese dinero acumulado que no necesita lo puede “acumular”, para seguir
con su hábito, en otro tipo de cuenta en donde a su vez genere más dinero sin
que ello implique llevar un seguimiento ni leer sobre temas de finanzas. Pasar
el dinero de su cuenta bancaria a una cuenta de inversión va a hacer que ese
dinero por sí solo genere más dinero, y así generar un flujo y un capital mayor
que le permita, por ejemplo, alcanzar objetivos que sí le apasionan, pero que para
alcanzarlos se necesita dinero.
Después de varias charlas y
asados de por medio, Willy supo ver que invertir no era un fin en sí mismo.
Ganar más dinero no se trata del objetivo acá, sino entender que el dinero es
muchas veces el instrumento que se torna necesario para alcanzar muchos
propósitos que sí son un fin en sí, porque nos apasionan.
Hoy Willy sigue acumulando,
aunque ahora lo hace en una cuenta de inversión. Su objetivo es viajar y la
cuenta de inversión pasó a ser la herramienta que le va a ayudar en la
consecución de ese sueño. Y no solo eso, lentamente comenzó a interiorizarse por
el mundo de las finanzas e incursionar de a poco en inversiones en bolsa.
Soledad, la que no le alcanza
el día
Sole vive en La Plata, tiene dos hijos
y trabaja en CABA. Tiene a su vez un emprendimiento personal que le ocupa gran
parte de sus tardes, y participa de una feria algunos fines de semana. Llega a
su casa por poco arrastrándose todas las noches.
Cuando alguna vez tuvo un segundo
para charlar conmigo sobre tema finanzas me dijo: “¿invertir? Ja, ¿Con qué
tiempo? ¿Vos sabes lo que son mis días?” Acto seguido comenzó a relatarme
su jornada y juro que a mitad del relato ya me había cansado yo, imagínate
ella.
Lo que más la limitaba a Sole era
el tiempo, ella quería hacer algo con el dinero que ganaba de su trabajo y con
su emprendimiento, sobre todo porque quería crecer con este último. Pero su
falta de tiempo libre le impedía comenzar a interiorizarse en este mundo y las
finanzas siempre tenían que esperar.
Si hay algo que la caracteriza a
Sole es que cuando se propone algo, lo va a intentar. Y fue así que un sábado a
la mañana, entre café con leche y unas tostadas, se propuso intentarlo.
Abrió su celular, entró al broker
que ya tenia descargado hace meses (y nunca había usado) y eligió un fondo
común de inversión en pesos que decía “perfil moderado”, con el cual se
identifica. Leyó tres líneas, vio que no había un monto mínimo para operar y
puso sus primeros $10.000 para probar. En tan solo 15 minutos empezó a
invertir, se tomó el café con leche y dos tostadas.
El sábado siguiente también a la
hora del desayuno agarró su celular para ver su cuenta de inversión y esta vez
quiso animarse a un poquito más. Compró un Cedear de Apple porque dice que le
apasiona el mundo IPhone: “Con todo lo que me gasté en este celular, al
menos que la empresa me devuelva algo”, bromeó.
Cada sábado, mientras desayuna,
abre la app. Se volvieron 15 minutos de hábito inversor que de a poco le va
tomando el gusto y ya está pensando en sumar algunos 15 minutos más de los
miércoles a la noche cuando se acuesta, y restárselos a las series de Netflix.
No es experta. No quiere serlo.
Pero cada semana, su dinero avanza un poquito. Como ella.
Al resto de mi grupo de amigos
les digo: tranqui, hasta acá llegué con las historias.
Historias como éstas hay un
montón. Tal vez te pudiste ver identificado con alguna o con una mezcla entre
ellas. Lo importante es entender que: nos guste o no, el dinero nos atraviesa a
todos y en todo momento. Que no es necesario tener mucho, ni disponer de
demasiado tiempo, ni saber de finanzas para empezar a hacer algo distinto con
tu dinero.
Se puede empezar con POCO.
Poco capital, poco tiempo y poco conocimiento. Y siempre sabiendo que no
hacer nada es también tomar una decisión, con la salvedad de que esa
decisión no te acerca a tus propósitos sino que te aleja.
Si querés, no lo veas como que te
tenés que ocupar de tus finanzas, te vas a ocupar de tus sueños, de tu
tranquilidad y de vos mismo. ¿Qué esperás para empezar?
Dedicado a Leo, Willy y Sole. Te
quedarás con la duda si de verdad utilicé nombres ficticios.



