Antes de pedir un préstamo
A veces para mejorar y crecer necesitamos pedir una mano. Hoy te vamos a contar cuándo pedir prestado es “que te den una mano”, y cuándo esa mano lo que hace es hundirte. De diferenciar préstamos buenos de préstamos malos se trata el tema de hoy.
Seguramente leíste la palabra “préstamo” y ya te generó nervios. A menudo nos asusta pensar en deudas, préstamos, créditos, como si fuera un problema que siempre termina mal.
Empecemos por separar algunos conceptos:
La “deuda mala” nos limita. Es aquella que tomamos para consumir cosas que pierden valor rápidamente y no generan ingresos. Mencionemos algunos ejemplos:
- Ese préstamo que pediste para las vacaciones de tus sueños, que seguramente disfrutaste mucho pero no generan ingresos extras.
- La compra con tarjeta de ese último celular de alta gama que se deprecia en meses cuando sale un nuevo modelo que lo supera.
- El crédito que tomaste para cambiar el auto aun cuando el que tenías te servía perfecto para el uso que le dabas.
Estas deudas, si no se evalúa el interés y el resto de los costos financieros que suelen traer asociados, pueden restarte libertad financiera afectando el ahorro y la generación de riqueza. Por supuesto que muchos de esos consumos están buenísimos, pero son eso: consumos. La salud financiera requiere que muchos de estos consumos sean solventados por ingresos propios, genuinos, y no con fondos prestados. Así que si lo que estas buscando es sanear tu situación financiera empezá por hacerte la idea de que si tenes pensados algunos de estos objetivos, comenzá a ahorrar para afrontarlos con dinero propio y no ajeno.
La “deuda buena” es la que te impulsa. Es esa que tomamos para invertir en algo que tiene el potencial de generar más dinero que el costo del préstamo. Vamos con algunos ejemplos:
- Ese préstamo con fines educativos que usas para pagar un curso o carrera que te permita conseguir un mejor trabajo, un ascenso, o emprender por tu cuenta. La inversión en conocimiento es la que más rinde y tomar deuda con ese fin es hacer un efecto palanca positivo que te empuja al crecimiento, no solo económico, sino personal.
- Un préstamo pequeño para comprar herramientas si sos un profesional independiente (un plomero que necesita una nueva soldadora, un diseñador gráfico que necesita una mejor computadora, un odontólogo que compra equipamiento, etc.) Estas herramientas te permiten ofrecer mejores servicios, diferenciarte de la competencia y generar más valor. Y todo eso junto te permite ganar más ya que lo vas a poder trasladar a precios.
- Si sos emprendedor, un crédito para comprar stock de mercadería que sabes que vas a vender con un margen de ganancia mayor que el costo de la deuda.
- Un préstamo para adquirir una máquina que agilice la producción y te permita atender mas clientes, mejorando la eficiencia y así aumentar los ingresos del negocio.
- Financiar una campaña de marketing digital que atraiga nuevos clientes y aumente tus ventas. Sería invertir en darte a conocer.
- Y si ya tenes tu empresa, un crédito para ampliar instalaciones, aumentar la capacidad de producción, invertir en maquinaria, equipos y capital de trabajo, es una manera de crecer a largo plazo.
La clave de la deuda buena es que la inversión que realizas con ese dinero debe generar un retorno que sea mayor que el costo financiero total que pagas por el préstamo. Y es ahí donde el destino dado a los fondos tomados en préstamo cobra una relevancia fundamental. Se dice que un préstamo es malo si se va a utilizar en algo que no genera ingresos, y será un préstamo bueno si el destino a darle a esos fondos es una inversión que me va a permitir ganar más que el costo de la deuda.
Antes de endeudarte
Antes de dar el paso, especialmente en nuestro contexto económico, es crucial ser muy cuidadoso y atender cada una de estas cuestiones:
- ¿Cuál es el destino real del préstamo? Y ahí tenes que ser muy honesto con vos mismo. ¿Realmente necesitas esto ahora? ¿Te va a generar un beneficio futuro o es un simple deseo pasajero? Recordá esto también antes de hacer una compra con tarjeta de crédito toda vez que eso cuenta también como préstamo.
- El Costo Financiero Total (CFT). Consultá siempre este dato ya que muchas veces te pueden atraer con una tasa de interés baja, pero existen otros costos ocultos (comisiones, impuestos, cargos, etc.) que terminan haciendo que tu verdadero costo sea mucho mayor. El CFT es el dato real a mirar y el que tenes que comparar contra los ingresos que ese préstamo te va a permitir obtener.
- El plazo de devolución. Un plazo más largo significa cuotas mas bajas y eso muchas veces entra por nuestros ojos, va directo a nuestro cerebro quien impulsivamente dice: ¡lo puedo pagar! Cuidado, esos plazos más largos te pueden hacer pagar más de interés en total. Buscá un equilibrio que se ajuste a tu flujo mensual.
- Condiciones del préstamo. Revisá si podés adelantar cuotas, si te cobran por hacerlo, qué sucede si te atrasas en un pago y toda otra cosa oculta a revisar en la famosa “letra chica”.
- Tu capacidad de pago. De nuevo tenes que ser realista sobre tus ingresos y gastos. ¿Podes hacer frente a las cuotas sin poner en riesgo tu estabilidad financiera? Un presupuesto podría ayudarte. Ni hablar para los gastos en cuotas que hagas con la Tarjeta de Crédito.
- Por último hacerte la pregunta: ¿Hay otra alternativa? Por ejemplo, ¿Podrías comenzar a ahorrar para comprar o pagar eso que deseas en lugar de endeudarte? A veces la paciencia es la mejor inversión. En el caso de los viajes por ejemplo, puede ser bueno para tu salud financiera proponerte un plan de ahorro para cubrir ese viaje que deseas y no endeudarte de antemano. No solo tus finanzas lo agradecerán, sino también a la vuelta del viaje no tendrás que ocuparte de seguir pagando cuotas y en su lugar podés volver a proyectar un nuevo destino.
La deuda inteligente no es para todos ni para cualquier situación. Requiere análisis, planificación y disciplina. Pero cuando se utiliza estratégicamente, puede ser una herramienta poderosa para acelerar tu crecimiento financiero, ya sea para invertir en tu educación, potenciar tu emprendimiento o hacer crecer tu empresa. La deuda es una herramienta financiera, y como sucede con todas las herramientas, bien usadas pueden ser una gran aliada, pero si se la usa con otro propósito puede salir mal.
De ahora en más cada vez que estés por tomar un préstamo o hacer una compra con tu tarjeta de crédito repasá cada una de las preguntas que vimos y respondelas con sinceridad. Tu salud financiera va a depender de esas decisiones.
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