Invertir con volatilidad
Abris la app de tu cuenta de inversión en tu teléfono y nuevamente te encontras con números en rojo, con un menos adelante (-) y una flechita hacia abajo (↓). A tu celular solo parece faltarle gotear un poco de sangre para completar todas las señales posibles de que hoy tenes menos dinero que ayer.
La volatilidad del mercado pone nervioso a cualquiera, incluso si llevamos años invirtiendo. Después de todo somos seres humanos y el sesgo a la pérdida lo tenemos todos en mayor o menor medida, nos duele perder mucho más de lo que disfrutamos ganar una misma suma.
Cuando aparecen las turbulencias nos desconcertamos y se nos hace difícil quedarnos quietos. Nos empiezan a invadir preguntas del tipo: “¿Tengo que hacer algo?”, “¿Vendo?”, “¿Esto va a seguir cayendo?”
Todo lo que fríamente leemos sobre riesgo y las inversiones a largo plazo se nos olvida de repente. Los números rojos logran invadir nuestro cerebro desplazando todo aquello que aprendimos sobre los mercados, la volatilidad, el riesgo, el largo plazo, etc.
El diccionario define a la volatilidad como “la inestabilidad de los precios en el mercado financiero”. El caso es que los episodios de volatilidad en el mercado de valores son una característica normal de la inversión a largo plazo. No son para nada divertidos por supuesto, pero es de esperar que vivamos caídas en los mercados periódicamente a lo largo de nuestra carrera como inversores. Y tenemos que saber que en cierta medida son necesarias, ya que cada uno de esos retrocesos permiten comprar a diferentes precios y promediar el precio de entrada en valores razonables.
Creo que es importante hacernos una pregunta: ¿Compramos acciones porque están “baratas” o porque creemos en un negocio y queremos ser parte?
Comprar acciones de una compañía es convertirse un poquito en dueño de la misma. En esa aventura, nos va a ir en función de cómo le vaya a la empresa elegida y por eso es clave poner el foco en el negocio elegido y mantenerlo si creemos en él. Independientemente de las turbulencias del viaje, lo que nos tiene que mantener en vuelo es el destino al cual queremos llegar.
La volatilidad nos va a poner nerviosos y no lo vamos a evitar. Lo que te propongo con esta nota es repasar algunos conceptos para que esos vaivenes no duelan tanto y de a poco ir asimilando que son parte del viaje. Vamos con algunas ideas.
Resistir la tentación de vender basándose únicamente en los movimientos recientes de precios.
Vender acciones cuando los mercados caen puede hacer que las pérdidas temporales pasen a ser permanentes. La frase sería: uno no pierde ni gana hasta que vende.
En lo personal, cuando enfrento una fuerte caída en el precio de una acción que tengo en cartera me gusta mirarla y pensar por un momento en que no la tengo comprada y responder la siguiente pregunta: ¿A este precio la compraría? Si la respuesta es si, la mantengo. Si en cambio la respuesta es que no, porque algo en la empresa pudo haber modificado la realidad y su negocio futuro, entonces recién ahí vendería reconociendo la pérdida.
Si cuando quise ser dueño de esa empresa pagué un determinado precio, ahora que está más barata luego de una caída, el negocio futuro debería ser más redituable. Podría incluso pensar en sumar más posición. Todo esto tiene validez si al momento de elegir la empresa lo hicimos porque creemos y conocemos el negocio, y no por creer que el precio estaba barato.
Adoptar una perspectiva a largo plazo
La volatilidad se asocia al corto plazo. Pensar en comprar acciones para solo unos meses es como tirar la moneda y esperar que el azar esté de nuestro lado. Los mercados van a tener altibajos siempre, es parte de su historia y lo será también de su futuro. El caso es que si vemos la película completa, los períodos bajistas fueron mucho menores que los alcistas y también lo fue su duración.
Predecir los movimientos del mercado es imposible, por eso lo mejor es entender que es un viaje largo y que debemos seguir la hoja de ruta pactada sin dejarnos alterar por las inclemencias momentáneas que sin duda van a presentarse.
Te lo digo simple: Invertí en acciones el dinero que no vas a necesitar en el corto plazo. Comprá partecitas de empresas que te gusten y conoces, y deja que el tiempo haga lo que les hace a las buenas ideas. Potenciarlas. A la larga las cosas valen lo que tienen que valer.
Revisa tu tolerancia al riesgo y tu capacidad de riesgo
La tolerancia al riesgo es tu capacidad para manejar emocionalmente grandes oscilaciones de precios; la capacidad de riesgo es tu capacidad financiera para asumir una pérdida.
Las caídas en los mercados serán medidas de la tolerancia que tengamos al riesgo, por eso siempre decimos que a invertir se aprende invirtiendo, de a poco, y nada de simuladores sino en la cancha. Cada número rojo pondrá a prueba esa tolerancia y así con verdadero dinero en juego vamos a conocer nuestro perfil de inversor. Lo que contestaste en un Test del Inversor desde la comodidad del sillón de tu casa, sin dinero en juego, dice muy poco de tu modo inversor.
La capacidad de riesgo es algo muy diferente ya que podemos tener algo de tolerancia al riesgo pero será clave conocer la liquidez necesaria para manejar objetivos a corto plazo. El dinero que se necesitará pronto no debería estar en el mercado de valores expuesto a volatilidad, porque en el corto plazo volatilidad = riesgo.
Al dinero que le vamos a dar uso en el corto plazo será mejor colocarlo en instrumentos de renta fija, con un vencimiento y rendimiento conocido de antemano. Eso nos va a permitir cumplir esos objetivos cercanos sin sobresaltos, y descansando por las noches libres de rojos.
Asegurate de tener una cartera diversificada
La diversificación no solo es una estrategia de cobertura para protegernos de activos que puedan sufrir una caída, sino también puede ser una estrategia a ganar ya que a veces gracias a la diversificación nos terminamos beneficiando de alguna buena inversión que de otro modo no hubiésemos sumado.
Ahora bien, estar diversificados no es sólo tener muchos papeles en la cartera. Incluso tampoco estaríamos diversificando si solo tenemos un ETF del SP500 por más que tenga las 500 empresas más representativas de EEUU. Hoy en día este índice tiene una altísima ponderación del sector tecnológico y puntualmente del tecnológico estadounidense, por lo que quedaremos por demás expuestos a lo que pueda pasarle a ese sector. Cualquier cisne negro, o la aparición de un nuevo DeepSeek por ejemplo, nos hará tambalear.
Para diversificar en serio debemos tener nuestra cartera distribuida sectorial y geográficamente. Invertir en todos los sectores de la economía y a lo largo de todo el globo. Nuevamente, eso nos va a aportar cobertura y también oportunidades.
Por eso te invito a que una vez leído este artículo eches un vistazo a tu portafolio y te anotes al lado de cada compañía, a qué sector pertenece y a qué país. Analizá si estas muy volcado a algún sector o país en particular y procurá adecuar tu cartera con una verdadera diversificación.
Armá siempre un Stock de Seguridad
No todo tiene que estar invertido todo el tiempo. Contar primero con un stock de seguridad para hacer frente a posibles eventos inesperados, de esos que siempre hay, es fundamental para no tener que terminar desarmando inversiones pensadas para otro plazo, para cubrir ese imprevisto.
Por supuesto que ese stock no tiene que estar quieto, se puede mantener en activos líquidos que aporten algo de rendimiento.
Contar con este colchón financiero no solo servirá para responder a eventualidades, sino que también nos va a aportar tranquilidad a la hora de invertir sabiendo que si pasa algo inesperado tendremos ese colchón para amortiguar la caída.
Reequilibra tu cartera según sea necesario
Los cambios del mercado pueden desviar la asignación de su objetivo original. Con el tiempo, los activos que han ganado valor representarán una mayor parte de tu cartera, mientras que los que han perdido valor representarán una menor parte. El reequilibrio significa vender posiciones que han pasado a tener una ponderación excesiva en relación con el resto de tu cartera y trasladar los ingresos a posiciones que han pasado a tener una ponderación insuficiente. Es una buena idea hacer esto a intervalos regulares, una vez al año está bien.
Seguí un plan de compras
Si tenes decidido sumar una o varias empresas a tu cartera no lo hagas todo de una vez. Una brusca caída inmediatamente después de haber comprado va a requerir que suba luego mucho más fuertemente para tan solo empatar lo que habíamos invertido. Para operar en condiciones de volatilidad el mejor plan de compras que podés seguir es ir haciendo compras periódicas, algo así como “comprar en cuotas”. De esa manera iremos de a poco tomando posición en ese negocio que queremos promediando el precio de entrada y sin quedar expuestos a cambios bruscos en momentos determinados.
En el mundo bursátil esto se conoce como ACUMULACION.
Nos guste o no, si queremos ser verdaderos inversores vamos a tener que hacernos amigos del color rojo, del signo menos y de las flechitas apuntando hacia abajo. Todavía no esta implementado la sangre goteando desde la app de tu celular aunque mejor no demos ideas que hoy con la IA parece casi todo posible. Entender que invertir es un hábito a incorporar en forma periódica, y que vamos a pasar muchos años en este modo inversor, nos va a ayudar a superar la volatilidad con un poco menos de nervios y sobre todo sin tomar decisiones emocionales.
Se dice que una persona pasa en promedio 30 años de su vida en modo inversor y 20 años desinvirtiendo. Es en promedio, no saques cuentas, no sea cosa que te me deprimas. Por lo general a partir de los 30 años una persona pasa a tener cierta estabilidad laboral y obtiene ingresos que ahorrará o invertirá en lo que puede y conoce; hasta que llega a la edad del retiro y ahí pasará en promedio 20 años echando mano de eso que acumuló en su vida activa para llevar un estilo de vida similar.
Treinta años en modo inversor, cada vez más amigos vas a ir sumando a tu lista, para tu próximo cumpleaños acordate de sumar a dos más: El color rojo y el largo plazo.