Matemáticas para invertir
Recuerdo hace unos
años cuando mi hijo que hoy tiene 10 dijo: “Ah… ¿para esto sirven las
matemáticas?” En alusión a un cálculo que habíamos hecho juntos para saber
cuánto dinero le faltaba juntar para poder comprarse la camiseta que quería.
Al poco tiempo vi
que para aprender a sumar y restar en la escuela utilizaban billetes de
cotillón, lo que reforzó mi idea de que muchas veces es más fácil entender matemáticas
cuando se la vincula con lo cotidiano, por ejemplo con el dinero.
Y en este nuevo
artículo te quiero presentar dos fórmulas matemáticas que, para que no te
asustes y salgas corriendo si sos de esos que odian la materia, te digo que
guardan mucha relación con las Finanzas, las inversiones y la rentabilidad a
largo plazo.
Te invito a conocer
estas dos fórmulas y si te animás, a ponerlas en práctica. No tengas miedo, no
te voy a tomar examen y te dejo usar la calculadora. Así que empecemos.
La Regla del 120 es
una fórmula muy sencilla que parte de la premisa de que un inversor joven puede
y debe asumir más riesgos que un inversor más mayor. Dicho de otro modo, la
base de esta regla es que el nivel de exposición de un capital a riesgo se debe
ir reduciendo según pasan los años.
El tiempo es el
mayor aliado de los ahorradores. Por un lado te permite conseguir una
rentabilidad mayor atenuando el riesgo; y por otro lado, cuando se tiene
suficiente tiempo por delante, es posible enmendar errores de inversión o
caídas inesperadas. Con el tiempo a favor, y con la maravilla del interés
compuesto, a largo plazo te podés concentrar mucho más en obtener una buena
rentabilidad y no tanto en conservar el capital.
La situación cambia
cuando uno es más grande y por ejemplo te queda poco tiempo para jubilarte. En
estos casos lo que prima es mantener el dinero porque el margen de error y la
posibilidad de recuperación es menor.
Para saber cuánto
riesgo correr dependiendo de la edad y el perfil que se tenga, existe esta
Regla del 120.
La fórmula busca
determinar cómo deberás distribuir tus inversiones entre Renta Variable
(acciones/cedears) y Renta Fija (plazo fijo/bonos). Veamos:
120 – tu edad = % a invertir en Renta Variable
Por ejemplo, si
tenes 30 años, según la Regla del 120 deberías tener aproximadamente un 90%
(120 – 30) de tus inversiones en acciones y cedears, en tanto que el 10% restante
lo deberías colocar en algo de Renta Fija como plazo fijo o bonos.
Si tenes 50 años, la
distribución quedaría 70% en renta variable y 30% en renta fija.
Como puede verse, a
medida que avanzamos en edad nos vamos exponiendo menos al riesgo de mercado.
Esto tiene que ver
con la estadística que registran los mercados de capitales en los distintos
plazos. Miremos el caso del SP500 en Estados Unidos desde su creación hasta hoy.
La probabilidad histórica de ganar dinero en este mercado es:
50% cuando se
invierte un solo día (es decir, es como lanzar una moneda al aire)
68% cuando se
invierte durante un año
89% cuando se
invierte en un período de diez años
100% cuando se
invierte por más de 20 años.
Estos datos nos
muestran que cuando tenemos la variable tiempo de nuestro lado, y la sabemos
aprovechar cuanto antes, las probabilidades de ganar son enormes. La Regla del
120 lo sabe y por eso nos lleva a invertir mucho más en este tipo de activos
cuando nos queda un largo tiempo por recorrer.
En Argentina, al igual que en otros
lugares, las tasas de interés que pagan los bancos por los depósitos a plazo
fijo no superan por lo general a los datos de inflación. Cuando esto sucede se
dice que acabamos teniendo una tasa REAL negativa ya que al final del período
se podrán comprar menos cosas que las que podían haberse comprado al principio.
La suba de precios superó a la tasa.
Si para nuestros objetivos de largo
plazo no somos capaces de asumir algo más de riesgo (controlado), que como
pudimos ver ese riesgo se termina reduciendo drásticamente a medida que pasa el
tiempo, correremos otro riesgo, mucho más silencioso: El riesgo a quedarse
cortos.
El riesgo a quedarse cortos implica no
haber alcanzado nuestros objetivos de largo plazo por haber sido conservadores
en extremos con nuestras inversiones, y tiene además la gran desventaja de
manifestarse una vez que el tiempo ya ha pasado y no tenemos manera de volver
atrás.
Avancemos un poco más con esta clase
de matemáticas que decidimos tomar hoy, y vamos a conocer una nueva regla: La
Regla del 72.
La Regla del 72 es otra
sencilla fórmula matemática que se utiliza en las Finanzas para estimar el
tiempo que tardará una inversión en duplicarse a una tasa de interés compuesto.
72 / tasa
de interés anual = Número de años para duplicar la inversión
Vamos con un ejemplo para entenderlo
mejor.
Supongamos que tenes $10.000 colocados
en un depósito a plazo fijo en un banco que paga una tasa de interés anual del
6%. Utilizando la Regla del 72 podemos estimar en cuánto tiempo vamos a
conseguir duplicar ese capital.
72 / 6
(tasa) = 12 (años)
Esta fórmula nos indica que esos
$10.000 se convertirán en $20.000 al cabo de 12 años invirtiendo a esa tasa.
Si consideramos por ejemplo el
rendimiento promedio anual histórico del mercado de valores de EEUU, que ha
sido alrededor del 10% en dólares, podemos también aplicar la Regla del 72 para
determinar el tiempo necesario para duplicar en dólares una inversión hecha en
acciones:
72 / 12 =
6 años
La Regla del 72 puede utilizarse
también para calcular qué tasa necesitamos obtener para poder duplicar el
capital en un período de tiempo determinado. Por ejemplo, si necesitamos
duplicar nuestro capital en 3 años, la fórmula sería: 72 / 3 = 24. Es decir,
necesitamos buscar un instrumento de inversión que nos pague un 24% de tasa y
ponerlo a interés compuesto durante tres años para llegar a ese resultado
deseado.
Y a todas estas reglas vistas se le
debe sumar la magia del Interés Compuesto para que haga ese efecto bola de
nieve que hace que el dinero genere cada vez más riqueza.
Si a los 20 años pudieras empezar a
invertir U$S 100 por mes a la tasa del 10% anual (la tasa promedio que vimos
del SP500 en EEUU), a los 30 años tendrías U$S 19.800, a los 40 años U$S 50.400
y a los 50 U$S 93.000. Todo esto sin considerar aportes extraordinarios ni
incrementales a medida que vayas teniendo ingresos mayores.
La clave pasa por empezar cuanto
antes, definir bien los distintos objetivos y plazos, y tener paciencia para
dejar que el tiempo y el interés compuesto hagan su trabajo.
Si las matemáticas te gustan o no, no
lo se. A mi hijo le empezó a gustar cada vez más desde que la supo relacionar con
las Finanzas y la consecución de objetivos. Pero si hay algo que todos estamos
seguros y debemos coincidir es que las matemáticas no mienten, así que si
queres tener un buen resultado empezá a invertir hoy mismo.