El niño inversor


 

Una vez mas les doy la bienvenida a un nuevo artículo de educación financiera que tiene como protagonista a mi hijo. En esta oportunidad, quiero utilizar una situación vivida hace apenas unas semanas, que sirve para ilustrar un poco cómo podemos desde nuestro lugar, desde nuestra casa y nuestro rol como padres, formar a los niños en materia de Educación Financiera. Como tantas veces decimos, no se enseña educación financiera en el hogar y tampoco en la escuela, dejando así a los más pequeños y en la etapa en la cual mas “absorben” conocimientos, libres para aprender dónde sea y de quién sea, conceptos ligados al manejo del dinero, el ahorro y la inversión. Si como adultos queremos lo mejor para nuestros niños, deberemos tomar una participación más activa en este aspecto y no dejar estos temas librados a la suerte.

El día de mañana, cuando tengan que tomar decisiones ligadas al dinero (comprar o alquilar, sacar un préstamo o utilizar los ahorros, pagar de contado o con tarjeta, emprender por cuenta propia o bajo relación de dependencia, etc.), estas decisiones serán mejor o peor tomadas en función a la formación que hayan tenido en materia financiera.

 

Todo comienza con una fiesta de cumpleaños

A fines de agosto mi hijo cumplía 9 años. Siguiendo la iniciativa de otros padres de la escuela a donde mi hijo asiste, nos dijo que le gustaría que los regalos ya no fueran juguetes o ropa como en años anteriores ("ya estoy grande pa"), sino que prefería dinero porque quería ahorrar para un objetivo determinado. En un articulo anterior (link) explicamos la importancia de ayudar a los niños a tener objetivos definidos y que estos actúen como “motivación” (un motivo para la acción, de donde viene el término) y así comenzar a formar ese hábito saludable del ahorro, el no consumismo excesivo, la paciencia, entender el valor de las cosas, entre otros tantos beneficios.

Tiempo antes del cumpleaños, cuando subimos al grupo de WhatsApp la invitación al festejo, pusimos también que nuestro hijo estaba ahorrando y que, para quienes quieran y sin compromiso alguno, el regalo podía ser dinero en un sobrecito. Por supuesto destacando que lo verdaderamente importante era asistir y pasar un lindo momento con amigos.

Llegó el día del cumpleaños y muchos compañeritos llegaron con sus sobrecitos decorados con dibujos y hermosas frases de afecto para el cumpleañero.

Terminados los festejos y una vez en casa, disfrutó de leer cada uno de los sobres dedicados y luego pasó al conteo de lo recaudado. La suma era mayor a lo que su mente se había imaginado y todo ese dinero estaba ahí, todo de una sola vez, sobre la mesa. Ya dijimos en el articulo anterior referenciado que a los niños les resulta más fácil manejar pequeñas cantidades en períodos menores de tiempo, que una gran cantidad todo de una vez. La primera reacción fue: ¡Me quiero comprar esto, y aquello, y lo otro! Como era de esperar en un niño.

Fue ahí cuando sentí que debía intervenir desde el lugar de aportar algo de racionalidad ante tanta emocionalidad dominante en ese momento. Tal como aplica para los adultos en materia de gestión del dinero, las emociones no son las mejores consejeras y es ahí cuando se debe echar mano a tips y trucos que brinden racionalidad en esos momentos.

Tomé lápiz y papel, me senté con él y le dije: “Vení que te cuento algo”. Y así empezó la historia…

Cuando cuidamos nuestro dinero y lo guardamos en un lugar seguro nos sentimos tranquilos, ahorrar nos da tranquilidad (a la larga nos hace mas libres e independientes). Pero una cosa es AHORRAR y otra es INVERTIR.

AHORRAR es guardar tu dinero para el futuro, y también es evitar hacer un gasto o consumo innecesario. Cuando por ejemplo guardamos el dinero en una alcancía, en un sobre o en una billetera, y lo dejamos ahí supongamos un mes, al cabo de ese mes volveremos a contar el dinero y seguiremos teniendo la misma cantidad. Si hoy colocamos $1.000 pesos en la alcancía, no la tocamos, y dentro de un mes la abrimos, volveremos a tener los mismos $1.000.

Antes, hace mucho, la gente guardaba el dinero en alcancías con forma de chanchito que debían romperse para sacar el dinero de su interior porque no tenían una llave para abrirla, o lo guardaban debajo del colchón de su cama, detrás de un ladrillo en la pared o hasta dentro de una media en el cajón de la ropa.

INVERTIR es destinar ese ahorro a algo que te haga ganar más dinero. Es poner ese dinero a trabajar para que, cuando vuelvas a contar, tengas más dinero que el que tenias antes. Imagínate por un momento poner $1.000 en un lugar, y que cuando vuelvas a contar al cabo de un mes, tengas $1.100… eso es invertir, hacer que el dinero crezca.

Y entonces… ¿Ahorrar o Invertir? Para tomar bien la decisión es importante saber las diferencias entre ambos conceptos y conocer las distintas formas que existen para invertir en la actualidad. Veamos.

Si solo AHORRAS, es decir, si solo vas a guardar el dinero en la alcancía tenes que saber que tu dinero estará allí quieto, dormido, y eso con el paso de los días hace que vaya perdiendo valor. Decimos que va perdiendo valor porque como el precio de las cosas aumenta a medida que pasa el tiempo, el día que quieras sacar el dinero de la alcancía para comprar eso que querías, quizás ya no te alcance o tal vez tengas que usar mucho mas dinero del que tenias pensado porque eso que tanto deseabas comprar aumentó mucho de precio.

A medida que pasan los días los precios de las cosas aumentan y cada vez necesitarás más dinero para comprarlas. A este fenómeno se lo llama INFLACIÓN. ¡El peor villano de tus ahorros! Si dejas a tus ahorros dormidos dentro de la alcancía seguro que este villano se los comerá.

Si no queres que tus ahorros pierdan valor, si lo queres tener a salvo de este enemigo llamado inflación, la mejor opción es INVERTIR.

Pero ¿En qué invertir? ¿Cómo se hace? Hay muchas opciones, pero veremos algunas más simples.

 

Depósitos en Bancos

Consiste en prestarle el dinero al banco, y a cambio de ese préstamo, el banco me pagará al final del periodo que puede ser un mes, el dinero que le presté más una ganancia que se llama interés. Volvemos al ejemplo de antes, si le presto al banco mis $1.000 de ahorro, el banco me deberá devolver más de $1.000, supongamos $1.100, que serán mis ahorros más la ganancia por haberle prestado. De esta forma estoy invirtiendo y si todos los meses le sigo prestando el dinero al banco en lugar de sacarlo, el banco me pagará cada vez una suma mayor. Cuanto más le presto, más me devuelve.

En el caso de mi hijo, cuando la charla iba por este punto en particular, se me ocurrió tomar la calculadora y hacer el cálculo de cuánto obtendría al cabo de un mes si le prestara todos sus ahorros al banco (quienes no sepan sacar la cuenta las páginas web de todos los bancos tienen simuladores de plazo fijo). El numero sorprendió a mi hijo más aun cuando el cálculo lo extendimos renovando un mes más, y otro más, y otro más.  Los beneficios que el interés compuesto hacen con nuestras inversiones pueden ser muy visuales en los niños si se los muestra de antemano.

Por supuesto que esta claro que un menor no puede hacer un plazo fijo en un banco, lo sabemos. La idea pasa por explicarle al niño que se puede hacer esta inversión a nombre de uno de los padres pero dejando bien en claro que pertenece al niño. En nuestro caso, para diferenciar bien lo que pertenece a él, se podría abrir una cuenta en un Banco virtual, de esos que se pueden operar todo en forma online desde el celular, que son seguros y regulados por el BCRA al igual que cualquier otro banco conocido. Las aplicaciones de hoy permiten poner cualquier foto como logo del usuario, para lo cual mi hijo podría elegir una foto de su ídolo futbolístico Neymar (todo esta permitido si hace a la motivación y la diversión en el aprendizaje). Los adultos que prefieran utilizar los mismos bancos con los que ya operan, bienvenido sean, con el ejemplo del banco virtual se buscaba simplemente tener algo separado y que sea solo del niño.

En caso de constituir un plazo fijo, debe saber que no puede tocar esos ahorros por 30 días porque van a estar trabajando para generar más dinero, y cuando quiera lo puede ver en la aplicación de mi celular. Sabe también que el día que quiera contar con parte de esos ahorros deberá darme aviso previamente y que deberemos esperar a que llegue el vencimiento del plazo, el cuál nunca será mayor a un mes.

 

Invertir en empresas

Invertir en empresas significa comprar “pedacitos” de ellas. Convertirnos en dueños de una parte mínima de esa empresa. A esos pedacitos de empresa que podemos comprar se les llama acciones. ¿Y por qué uno invertiría en empresas? Porque si a la empresa le va bien haciendo lo que sabe hacer, sus dueños ganarán dinero, y si tenemos pedacitos de esa empresa disfrutaremos de las ganancias que la empresa vaya teniendo a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, uno puede ser dueño de una partecita de Mac Donald´s, y si a Mac Donald´s le va bien vendiendo hamburguesas, y cada vez vende más, sus dueños ganarán asi cada vez más dinero y nosotros como dueños también nos beneficiaremos y nuestros ahorros valdrán cada vez más.  

Se puede también ser parte de Coca Cola, y asi ganar con el combo completo. Se puede ser dueños de Disney, de EA Sports (la empresa creadora del juego FIFA que juega mi hijo), de Roblox (otro juego en línea muy de moda), y asi un sinnúmero de empresas.

Lo que debe saberse respecto a invertir en empresas, es que a diferencia de los depósitos bancarios que uno le presta sus ahorros al banco; en este caso un inversor en empresas se convierte en dueño de la misma (accionista) y correrá la misma suerte que la empresa, es decir, si a la empresa le va bien al dueño le va bien, pero si a la empresa le va mal el dueño compartirá también las pérdidas. El por qué uno podría optar por esta alternativa aun cuando existe una posibilidad de perder es el hecho de que a largo plazo, a medida que pasa el tiempo, las inversiones en empresas suelen dar mejores resultados que las inversiones más seguras como los depósitos bancarios.

Acá nuevamente un adulto será quien deba abrir la cuenta de inversión ya sea en un banco o en un broker, y realizar las compras que el niño elija.

 

Si bien existen muchas mas alternativas de inversión, nos quedamos con estas dos ya que se trata de un artículo pensado para niños y la idea no es generar confusión.

 

 

Los otros beneficios de invertir

A fines de los años 60 el psicólogo Walter Mischel llevó a cabo un experimento llamado “El test del malvavisco” (The Marshmallow Test).

El mismo consistía en lo siguiente:

El estudio se hizo con 16 niños y 16 niñas de entre 3 y 5 años. Se los sentaba de a uno en una mesa, se colocaba delante de ellos un dulce y se les explicaba que podían comérselo en ese momento o esperar 15 minutos y entonces se comerían dos (¡Una rentabilidad del 100% si aguantaban 15 minutos!)

El investigador observaba desde fuera y comprobaba que algunos no tardaban ni cinco segundos en comérselo, otros intentaban no mirar, lo acercaban y lo alejaban, lo tocaban, lo olían… A los 15 minutos regresaba, y si el malvavisco seguía intacto, entonces les daba otro más y podían comerse los dos.

¿Qué resultados obtuvo?

Solo un tercio de los niños fue capaz de esperar. Los niños mayores (los de 5 años) podían demorar su gratificación por más tiempo y eso se explica en sus cerebros más maduros.

La investigación trató de identificar las habilidades cognitivas que subyacen a la fuerza de voluntad y el pensamiento a largo plazo y cómo pueden mejorarse. Para ello, el estudio continuó por 20 años más. Mischel descubrió que aquellos que se mostraron más impulsivos y no fueron capaces de esperar, tenían más baja autoestima y umbrales de frustración menores, mientras que los que habían esperado eran personas socialmente más competentes y con mayor éxito académico, también eran menos propensos a mostrarse agresivos y a mostrar una reacción exagerada si se ponían ansiosos por el rechazo social.

Años más tarde, Mischel descubrió también que, curiosamente los niños que habían sabido esperar a las dos golosinas, aparte de ser más exitosos en su lugar de trabajo, mostraban menos predisposición a la obesidad.

Sobre los niños que no pudieron esperar y obtuvieron la recompensa rápida, Mischel dijo que los hallazgos sugerían que la incapacidad para retrasar la gratificación puede tener efectos negativos potenciales bastante importantes.

Pero ¿Se puede entrenar la capacidad de demora? Mischel cree que sí, si entendemos cómo funciona nuestra mente. Es asi que postuló la existencia de un “Hot System” y un “Cool System” en el cerebro. El Hot System (o ¡vamos ya!) es emocional, simple, irreflexivo, rápido y centrado en la amígdala. Se desarrolla temprano en el niño y se incrementa con el estrés. El Cool System (reflexión), por otro lado, es más cognitivo que emocional, complejo, reflexivo, lento y centrado en los lóbulos frontales y el hipocampo. Se desarrolla más tarde en el niño y se debilita por el estrés. En el Hot System, el estímulo nos controla; en el Cool System, nosotros controlamos el estímulo.

De alguna forma, las personas tenemos la capacidad de “enfriar” nuestro deseo representándolo en términos distintos y abstractos. Por ejemplo, en el caso del malvavisco, en vez de pensar en él como algo delicioso y masticable, podríamos imaginarlo como una cosa redonda y blanca como una bola de algodón, no como algo comestible. Una niña pequeña logró retrasar la tentación al fingir que estaba mirando un cuadro de un malvavisco, poniéndole un marco alrededor del dulce en su cabeza, y hasta representaba el cuadro con sus dedos.  Se dijo a sí misma: «No se puede comer una foto», explicó.

Por otro lado, se pudo comprobar que las niñas manejaban mejor la tentación que los niños.

Ahorrar e invertir implica dejar de consumir en el presente para poder consumir más en el futuro. Y como se desprende del estudio de Mischel, los beneficios de postergar el consumo actual no tienen que ver solamente con lo económico o financiero, los resultados del experimento a lo largo de los años mostraron que el “autocontrol” contribuye a la capacidad de superar obstáculos y adversidades, adaptándonos a las circunstancias adversas con un enfoque positivo…y eso se llama Resiliencia. Una habilidad de gran valor para la vida que se puede inculcar desde la infancia trabajando la capacidad de frustración, la autoestima y los recursos emocionales de los niños. Ayudar a los niños a establecer objetivos, que estén visibles, que sean alcanzables en un tiempo prudencial para que no se desmotiven, enseñándoles las distintas maneras en que pueden canalizar sus ahorros, todo ello contribuirá a generar ese autocontrol que es tan importante. Y lejos de lo que parece a priori, volverá a los niños menos consumistas.

 

El fin de la historia

¿Cómo terminó la historia con mi hijo? Su primer pregunta estuvo relacionada a las inversiones en empresas y fue la siguiente:

-        Si compro EA Sports, el que hace el FIFA, ¿Puedo elegir que le cambien el color de pelo a Neymar en el jueguito? Mas allá de la sorpresa por su pregunta y las risas, por un lado me sentí contento porque mi hijo entendió que una de las inversiones habladas implicaba convertirse en “dueño”, y si soy el dueño ¿Cómo no le voy a poder poner el pelo que quiero a Neymar? Le expliqué que no se convertiría en el único dueño sino que tendría solo una mínima parte de la empresa que no le alcanza para influir en las decisiones. Que para eso debería contar con mucho, mucho dinero, y tener la mayor parte de la empresa y eso, por ahora, está bastante lejos.

La negativa a cambiarle el color de pelo a Neymar lo llevó a lanzar una segunda pregunta:

-        Y el depósito en el banco, ¿Puede pasar que pierda dinero si le va mal como en el caso de las empresas? Le expliqué que los depósitos a plazo fijo en el banco no corren ese riesgo de perder dinero, y que si lo desea podía repartir sus ahorros en las dos opciones vistas (diversificar entre empresas y depósitos bancarios) y asi tener un poco de cada cosa y ver cómo funciona. La respuesta fue tajante:

 

-        No. No quiero tener la posibilidad de perder. Haceme el plazo fijo en el banco, pero quiero elegir la foto de Neymar que llevará el logo.

 

Y así fue. Abrí una cuenta en un banco virtual en unos pocos minutos, y realizamos un plazo fijo a 30 días. A la semana de abierta la cuenta, me llegó por correo una tarjeta de débito para operar con la misma. Ahora sabe además que si llegado el caso, necesita sacar parte de sus ahorros para hacer algún consumo, podemos ir a un cajero automático y sacar dinero con esa tarjeta. La alegría de poder elegir su propio PIN para la tarjeta no se las puedo explicar. Todos pequeños detalles que contribuyen a motivar  el hábito de ahorrar, e invertir esos ahorros, desde pequeños.

Entiendo que a muchos adultos todavía les haga ruido leer palabras como “invertir”, “acciones”, “cuentas bancarias”, “tarjeta de débito”, en relación con los niños. Y esto sucede por la falta de educación financiera que caracteriza a nuestro país y a la formación de muchos de nosotros. Esta en nuestras manos comenzar a cambiar esto y ayudar a los más pequeños a ser más libres, independientes y emprendedores.

Y si hay niños leyendo este artículo, ya saben, despierten a sus ahorros y pónganlos a trabajar con ayuda de sus padres. El villano INFLACION no puede con el NIÑO INVERSOR.