El duelo argentino

 


 

Quienes nos siguen a lo largo de los distintos artículos del blog saben de nuestra debilidad por la psicología financiera. Reconocer que la mayoría de las veces el principal enemigo de nuestras inversiones es nuestro propio cerebro, es el primer paso para quienes se inician en este camino de ahorrista a inversor. Saber cómo trabaja nuestro cerebro en relación con el dinero y las inversiones, nos va a permitir incorporar técnicas, herramientas, tips y pequeños empujones para ser cada vez más racionales a la hora de tomar decisiones de inversión.

En esta oportunidad nos vamos a valer nuevamente de un artículo que nos aporta la psicología, pero esta vez para trazar un paralelismo con el contexto actual argentino y ver si encontramos allí alguna semejanza y hasta alguna oportunidad de inversión.

 

 

El duelo

 

Todos saben a qué nos referimos si hablamos de “duelo”. Todos pasamos por algún proceso de duelo y ya el hecho de leer esa palabra nos causa cierto escozor. Pero no se asusten, hoy utilizaremos este concepto para intentar detectar oportunidades de inversión, y hacer que este duelo no sea algo triste.

 

Primero definamos lo que es el duelo. Desde una perspectiva psicológica, el duelo es el proceso al que nos enfrentamos tras las pérdidas y que consiste principalmente en la adaptación emocional a estas. Por definición, la pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo. La intensidad de éste puede variar y en gran medida en función al grado de vinculación emocional o de la propia naturaleza de la pérdida. Así, las personas pasamos por un proceso de duelo cuando sufrimos una ruptura de pareja, cuando abandonamos el lugar donde nacimos, cuando nos despiden de nuestro trabajo o cuando perdemos alguna parte de nuestro cuerpo. El duelo por muerte es sin duda el tipo más relevante.

 

Cada vez que nos enfrentamos a un cambio repentino nos exponemos a un proceso de duelo. Nuestro cerebro busca siempre generar hábitos para no trabajar en exceso, y es así que todo cambio inesperado, que desacomoda nuestros hábitos, viene a alterar a nuestro cerebro. Cuando el cambio no tiene vuelta atrás, nuestro cerebro comenzará una lucha entre lo que consideraba conocido, cómodo, habitual, y esta nueva realidad que ahora se presenta y que tiene que ver con un cambio. Hablamos de lucha en nuestro cerebro…y es así que por ejemplo, cuando sufrimos una ruptura de pareja, una parte de nuestro cerebro sufre la pérdida, y otra parte, consciente de la nueva realidad, busca salir, despejarse, disfrutar, divertirse, etc. Pasará de un estado a otro hasta que la nueva realidad pase a convertirse en un nuevo hábito.

Y esta lucha que se da en nuestro cerebro es porque dentro de él, se baten a “duelo” la parte que quiere mantener vivo el hábito anterior conocido, con la parte que reconoce que debe aceptar esta nueva realidad. De ahí que duelo viene de batirse a duelo y no de dolor.


Y todo esto ¿Qué relación tiene con las finanzas y el contexto local? Ya lo veremos.

 

 

 

Las fases del duelo

La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross publicó en 1969 el libro “On death and dying” (“Sobre la muerte y el morir”), en el que describió por primera vez las 5 fases del duelo. Para ello se basó en su trabajo con pacientes terminales en la Universidad de Chicago.

El modelo de Kübler-Ross divide el duelo en 5 fases:  negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, la de aceptación de la pérdida. Recién luego de pasar por todas estas etapas se podrá lograr el aprendizaje y la superación.

 

A continuación les proponemos analizar brevemente cada una de estas fases, intentando trazar el paralelismo propuesto con el contexto local actual. Veamos qué sale de este intento…

 

 

1.     Negación

 

La negación de la pérdida es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de producida la pérdida. Con frecuencia esta aparejado a un estado de shock emocional (¡Esto no es real! ¡No está pasando!)

La negación no necesariamente implica negar totalmente la pérdida, a veces puede tratarse de negar la importancia de ésta, creyendo que se la puede relativizar.

 

No hay tal crisis, se está tomando el control de la situación y “el plan” se esta llevando a cabo tal como lo teníamos pensado. Los resultados se van a ir viendo poco a poco, los números están mejorando y estamos seguros de que se está por el buen camino.

 

 

2.     Ira

 

El fin de la negación va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Esta frustración lleva a la aparición del enfado. Es justo en esta etapa de ira en donde la persona busca atribuir la culpa de la pérdida a algún factor.

 

El país que nos dejaron nos obliga a cambiar el rumbo de las decisiones a tomar. Con el grado de endeudamiento que recibimos el país estamos muy limitados. Sumada a esta herencia no deseada, eventos externos como la pandemia llegaron para acabar con nuestros planes. Todo es culpa de los otros.

 

 

3.     Negociación

 

En la fase de negociación la persona guarda la esperanza de que nada cambie y de que puede influir de algún modo en la situación. Volviendo al ejemplo de una ruptura sentimental, podría ser el caso de quienes creen que podrán volver con su pareja si empiezan a comportarse de otra manera o modificando tal o cual comportamiento.

 

La pandemia ya terminó. La oferta vuelve a funcionar nuevamente y la rueda comienza a activarse. El nivel de actividad económica creció respecto del año anterior y solo será necesario atacar la inflación y la falta de reservas con medidas como el control de precios, endurecimiento del cepo, entre otras.

De a poco todo volverá a la normalidad.

 

 

4.     Depresión

 

En este periodo la persona comienza a asumir de forma definitiva la realidad de la pérdida, y ello genera sentimientos de tristeza.

 

El BCRA sigue vendiendo reservas día tras día y la situación es preocupante en verdad. Los distintos cepos que se van agregando no consiguen detener el goteo de reservas. La inflación esta en niveles récords y el ajuste de tarifas y la suba del precio de los combustibles empujarán aun mas al alza de los niveles de precios de toda la economía. La anunciada guerra contra la inflación, el control de precios y el acuerdo con las grandes cadenas no surten efecto. Ya no hay buenas expectativas y hasta desde lo político, a pocos meses de un año electoral, la esperanza se diluye.

 

 

5.     Aceptación

 

Después de todas las fases anteriores llega la aceptación de la pérdida y la llegada de un estado de calma asociado a la comprensión del hecho. Aceptar el nuevo estado nos permitirá tomar el proceso como un aprendizaje y comenzar lentamente a mirar hacia adelante. Ahora vendrá la superación.

 

Aceptamos que el valor real del dólar es mayor que el oficial y vamos a reconocer al productor de soja un dólar mayor (dólar soja). Aceptamos también que debemos dialogar con organismos internacionales y contar con su apoyo y no ponernos en posición de lucha como en otras veces. Entendemos también que debemos sincerar el valor de las tarifas y reducir los subsidios otorgados en esos conceptos para comenzar de una vez por todas a atacar el déficit fiscal.

Se tratan de medidas que, por más costo social que tengan, son necesarias y deben tomarse para evitar un mal aun mayor. 

 

 



El final del proceso

Después de ese punto de inflexión llega el ansiado momento de levantarse y volver a caminar. Reconstruirnos. Quizás puedan sentir que no es nada fácil, que parece se ha perdido la forma física pero lo que realmente se puede estar necesitando es aplicar una serie de cambios en las rutinas, cambios que tienen su origen en la pérdida sufrida. La vida debe continuar, será más llevadera o no, pero habrá que mirar al frente y andar.

En los mercados, como en la vida, existen ciclos. No siempre se va en una única dirección lineal, existen momentos de bonanza que todo parece ir bien hasta que de pronto se produce un cambio que impulsa las fuerzas en la dirección contraria hacia la crisis y el pánico.

Alguna vez representamos esto en un articulo anterior con la figura de un péndulo que va desde el pesimismo al optimismo, para una vez agotada la fuerza, volver desde el optimismo para direccionarse nuevamente hacia el pesimismo. Es así que suceden los ciclos.

En el mundo de los mercados, donde reina la incertidumbre, la única certeza con que contamos son los ciclos. Cuando todo parezca oscuro y gris, cuando reine el pesimismo y no veamos ninguna expectativa favorable a futuro, debemos comprender que esa misma fuerza negativa será la que, al agotar su impulso, generará lentamente el movimiento en dirección contraria con destino al optimismo. Y lo mismo sucede a la inversa, cuando todo marcha de para bienes y parece ir todo cada día mejor y nos animamos a más y nos creemos amigos del riesgo, llegará el día en el que esa aceleración comience a mermar y poco a poco empiece a resonar esa voz de la desconfianza, la duda, el pesimismo, y el péndulo tome la dirección contraria.





Como inversores debemos intentar identificar la etapa del ciclo que estamos viviendo, y para ello nos servirá este paralelismo trazado con las fases del duelo. Ir contra la manada en los momentos de pánico  como dice el gran Warren Buffett, volcará las probabilidades a nuestro favor de comprar activos castigados por el ciclo, a buenos precios.

Y ¿Cómo vemos a Argentina hoy? ¿bonanza o pánico? Si creemos que estamos mucho mas inclinados hacia el pánico, la siguiente pregunta sería: ¿En qué etapa del duelo creemos que puede estar? Tratar de identificar la fase en la que se encuentra nos podrá ayudar a determinar si recién se esta asumiendo el duelo, o si por el contrario se esta saliendo en vías de una reconstrucción. 

Sabemos que vamos a vivir ciclos. Lo que no sabemos es cuánto van a durar. Si estamos dispuestos a correr el riesgo de invertir en el mercado argentino debemos saber que iremos en principio a un horizonte temporal largo y con la porción dentro de la cartera destinada a inversiones agresivas.

Cada crisis parece ser siempre peor que la anterior… pero siempre se sale. Como con los procesos del duelo, se saldrá mejor o peor, se tardará menos o más, pero al fin y al cabo la vida (y Argentina) seguirá.