Invertir en forma inteligente

 


“El saber popular nos dice que el riesgo aumenta en las recesiones y cae en las épocas de bonanza. Al contrario, sería mas sensato pensar en que el riesgo aumenta en épocas de bonanza, porque se generan desequilibrios financieros que acaban en recesiones”.

 

La frase pertenece a Andrew Crockett, quien fuera un prestigioso economista y banquero británico, director ejecutivo del Banco de Inglaterra, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (el banco central de los bancos centrales), terminando su carrera en el JP Morgan hasta su jubilación.

Nos pareció oportuno dado el contexto actual, comenzar este nuevo artículo con esta cita de Crockett que viene a describir el comportamiento de muchos inversores que realizan una equivocada lectura del riesgo del mercado. Se suele decir que mucho más importante que el momento de vender una inversión, es el momento de comprar la misma. Coincidimos. Saber cuándo entrar es mucho más importante que saber cuándo salir. Tener ese timming de mercado se puede trabajar y nos convertirá en inversores más inteligentes.

A lo largo de este artículo intentaremos que el lector pueda determinar mejor sus puntos de entrada y así lograr un mejor beneficio para sus inversiones a largo plazo.

 

Conocer los riesgos

 

Invertir bien requiere generar retornos y controlar los riesgos. Sabemos lo que es un retorno o beneficio, y podemos identificar cuándo una inversión fue mas rendidora que otra. Ahora bien, para controlar el riesgo será imprescindible que seamos capaces de identificarlo. Reconocer cuándo hay más o menos riesgo comienza con evaluar el momento. Veamos por qué decimos esto.

En épocas de bonanza, cuando todo parece marchar bien, los inversores comienzan poco a poco a ser cada vez más optimistas prestándoles poca atención al riesgo. Este optimismo los lleva a pagar más por los activos que adquieren porque, como todo va bien, se sienten a si mismos “amigos del riesgo” y hasta se animan a pedir más riesgo para sacarle más provecho. Ese exceso de confianza puede a la larga jugar una mala pasada.

Cuando todos los precios suben por un largo periodo de tiempo, participar de esas tendencias es la primera fuente de riesgos. ¡Cuidado!

El riesgo aumenta cuando los mercados suben tanto que los precios implican pérdidas futuras en lugar de retornos. Gestionar el riesgo empieza por este reconocimiento.

Las personas suelen sobrestimar considerablemente su capacidad para reconocer el riesgo, creen poder dominarlo cuando todo va bien, sin saber que con dicho comportamiento están contribuyendo a su incremento.

Por el contrario, cuando todo el mundo piensa que algo es muy arriesgado, que se esta en un momento crítico, el deseo de no comprar suele reducir el precio de los activos hasta un punto en el que el riesgo se minimiza considerablemente. Una opinión NEGATIVA y generalizada sobre un activo puede convertirlo en lo menos arriesgado del mundo, ya que todo el optimismo ha sido eliminado del precio.

Viajemos por un momento a marzo del 2020, allá cuando comenzaba la pandemia y el encierro. La incertidumbre acerca de la magnitud de un virus que se iba expandiendo con gran velocidad por todo el mundo, y el desconocimiento de la duración de ese aislamiento golpeó fuertemente a los mercados. El pesimismo crecía a medida que crecían los contagios, las muertes y los países que se sumaban a un asilamiento cada vez más rígido.

El pesimismo deprimió los mercados, y aquellos inversores que fueron capaces de entender que el riesgo se minimiza en medio del pesimismo lo supieron aprovechar. Los mercados se anticipan, y una vez mas la frase tuvo razón. Lentamente los precios de los activos comenzaron a recuperarse y al cabo de unos meses había cotizaciones que ya registraban máximos históricos. El péndulo comenzó a moverse desde el pesimismo hacia el optimismo, y cuando eso empieza a pasar, el riesgo aumenta.

Los mercados alcistas elevaron el precio de cotización de los activos a niveles, como dijimos, de máximos históricos. Los inversores que empezaron a verse ganadores en medio de un contexto de pandemia se sintieron cada vez más “amigos del riesgo”. Ese optimismo los llevó a seguir sumando activos a precios demasiado altos, creyendo que la bonanza nunca acabaría.

Las tendencias alcistas no son eternas, ni tampoco lo son las bajistas. Lo único permanente son los ciclos. Ese péndulo del que hablamos que se mueve del optimismo al pesimismo y debemos aprender a observar.

Volvamos a 2022. Se habla poco de la pandemia y la oferta de bienes y servicios va lentamente volviendo a la normalidad. Emisiones monetarias récords en todo el mundo llevaron a un contexto de alta inflación global que las autoridades monetarias buscan atacar vía subas de tasas. La lucha contra la inflación se vuelve una amenaza para los mercados y es ahí cuando el optimismo comienza a salir de los precios haciendo que estos empiecen a desinflarse. El péndulo de a poco se va acercando cada vez más al lado del pesimismo y los inversores menos experimentados se desprenden de sus activos creyendo que el riesgo está en aumento.

Resulta indispensable recordar que casi todo es cíclico. Nada continúa siempre en la misma dirección y los ciclos prevalecen. Los arboles no crecen hasta el cielo y pocas cosas llegan a cero dicen.

Es imposible predecir en que etapa del movimiento pendular estamos, nadie puede conocer el futuro. Lo que sí podemos hacer es prepararnos para estar mejor parados cuando ese futuro llegue y así atenuar el impacto.

En el mundo de las inversiones tenemos la misma incertidumbre respecto al futuro. Las estimaciones pueden resultar equivocadas y fallar, el entorno puede cambiar drásticamente, y todo lo que consideramos “totalmente seguro” puede que no lo sea tanto. Sin embargo, hay dos reglas sobre las que si tenemos certezas:

 

Regla 1: La mayoría de las cosas se comportan de manera cíclica

Regla 2: Las mejores oportunidades de inversión se dan cuando los demás olvidan la regla 1.

 

Conocer que los ciclos son una constante y que del pesimismo se vuelve, nos va a ayudar a identificar esos mejores momentos de ingreso a los activos como hablamos al principio del artículo.

La razón de la existencia de estos movimientos cíclicos se explica por la interacción de las personas humanas. Las máquinas pueden funcionar de manera lineal. El tiempo pasa de forma continua y una maquina puede comportarse siempre de la misma manera si tiene la energía adecuada. La economía en cambio, como se basa en personas, los resultados son variables. Los humanos somos emocionales e inconsistentes, no constantes y racionales, y estos factores juegan un rol preponderante en la existencia de estos ciclos. Los factores económicos, los desarrollos tecnológicos, los conflictos de intereses, eventos geopolíticos, cambios en el entorno, entre otros, son ejemplos de eventos en los que interactuamos como humanos dando lugar a ese movimiento pendular. Vamos de la codicia al miedo, del optimismo al pesimismo, como una constante a lo largo de la historia.

Los aspectos psicológicos son los que van a hacer que los inversores reaccionen de forma exagerada en un sentido u otro, determinando la amplitud de las fluctuaciones cíclicas.

Los ciclos se autorregulan. Cambian de sentido en vez de continuar siempre en una misma dirección. Son los propios ciclos los que dan lugar a las causas que originan ese cambio de sentido. Por lo tanto, como se suele decir, el éxito lleva en si mismo la semilla del fracaso, y el fracaso la semilla del éxito.

La creencia de que los movimientos cíclicos ya no se van a producir pone de manifiesto una forma de pensar que se basa en una premisa muy peligrosa que es: “esta vez es diferente”. Estas cuatro palabras a veces producen pánico en los mercados que llevan a cometer grandes errores. Será muy importante reconocer este tipo de comportamiento cuando se presente, ya que puede ser el inicio del cambio de sentido del movimiento pendular.

De vez en cuando se da un ciclo alcista o bajista durante un periodo largo de tiempo o hasta unos niveles que las personas empiecen a pensar que “esta vez es diferente en serio”. Aluden a cambios tecnológicos, a medidas político-económicas, a eventos inusuales, etc. Es ahí que toman decisiones de inversión extrapolando las tendencias recientes como si fueran a ser eternas. Resulta entonces que las viejas reglas del movimiento pendular siguen vigentes, y ese ciclo que parecía eterno finalmente termina. Los fenómenos vuelven a ser ciclos y los resultados obtenidos por los inversores estarán en función de su ingreso a los mercados según la fluctuación del péndulo.

 

El movimiento pendular en los mercados financieros

 

Ya dijimos que cuando todo va bien y los precios son altos, los inversores se apresuran a comprar olvidándose de la mínima prudencia. Cuando llega el caos y los activos cotizan a la baja, los inversores no desean asumir el mínimo riesgo y entonces se vuelven a apresurar pero esta vez para vender. Esto será así siempre, una vez más estamos en presencia de un ciclo.

Los ciclos de codicia/pánico tienen sus causas en un cambio de las actitudes frente al riesgo. Cuando la codicia prevalece, hay muchos inversores que están muy cómodos con el riesgo y con la idea de asumirlo en aras de conseguir un mayor rendimiento. A la inversa, cuando el pánico se apodera de los inversores, hay una gran aversión al riesgo.

Para intentar entender el movimiento pendular de los mercados financieros veamos las etapas alcistas y bajistas que a lo largo de la historia siempre se dieron:

 

-        Fases de un mercado alcista:

 

Primera fase: cuando solo unos pocos son capaces de anticipar que las cosas van a mejorar.

Segunda fase: cuando la mayoría de los inversores se dan cuenta de que efectivamente esta mejoría está teniendo lugar

Tercera fase: cuando todo el mundo concluye que las cosas siempre irán mejor (optimismo excesivo).

 

Los activos están baratos cuando el futuro parece desalentador. Este pesimismo hace que los precios se mantengan deprimidos y solo algunos pocos buscadores de gangas se atrevan a comprar. Con el tiempo tal vez estas compras llamen la atención de otros, o quizás las expectativas cambien respecto a lo que se esperaba vislumbrando ahora un futuro menos deprimente. Por la razón que sea, el mercado comienza a subir.

Poco a poco las expectativas comienzan a mejorar y las personas vuelven a apreciar esta mejoría. El optimismo los llevará a encontrar cada vez nuevas razones para sumarse a este envión comprador.

Cuando la economía y los mercados logran efectivamente recuperarse, los precios que se pasarán a pagar por esos activos reflejarán un valor ahora excesivo.

El cabo de un tiempo, el vértigo volverá a los mercados.

¿Se les ocurrió pensar por ejemplo qué momento del ciclo podemos estar viviendo en Argentina? Vuelvan a leer las etapas y tomen un segundo para pensar.

El problema de los ciclos es que desconocemos su duración y se debe estar muy bien formados desde la psicología inversora para ir comprando y permanecer durante un largo período de pesimismo que parece nunca cambiar de sentido.

 

-        Veamos ahora las etapas de un mercado bajista:

 

Primera etapa: cuando solo unos pocos inversores atentos reconocen que, a pesar de la tendencia alcista, los arboles no llegarán al cielo.

Segunda etapa: cuando la mayoría de los inversores reconocen que la situación se está descontrolando

Tercera etapa: cuando todos están convencidos de que las cosas solo pueden ir peor.

 



En teoría el péndulo debería permanecer en el punto medio de los dos extremos (codicia y miedo). Pero no permanece ahí por mucho tiempo y esto sucede por cómo funciona la psicología de los inversores.

El péndulo no puede moverse en un único sentido ni puede permanecer quieto por siempre en uno de los extremos. Por momentos puede parecer que ese tiempo en el extremo parece nunca acabar, pero es ahí donde debemos recordar que lo único que no se termina son los ciclos.

Como en el péndulo, el movimiento de la psicología de los inversores hacia uno de los extremos (siguiendo la codicia o el miedo) genera las condiciones para que el péndulo se mueva en la dirección contraria cambiando de sentido. A veces la energía acumulada en un trayecto es la que genera el movimiento contrario. Pensemos en las emisiones monetarias récords en los primeros meses de la pandemia y su consecuente resultado hoy. La inflación se atacará una vez más via suba de tasas, que con el tiempo acabará en una recesión y para volver a reactivar se necesitará dar un nuevo impulso a la actividad productiva y nuevas bajas de los tipos de interés. Desconocemos los plazos, pero conocemos el ciclo. Y conocer estos ciclos nos permitirá como inversores ir tomando posiciones periódicas en activos mientras el péndulo permanezca más cerca del extremo del PESIMISMO (miedo) que del OPTIMISMO (codicia).

 

Conclusión

La conclusión a la que llegamos es que en la mayoría de los casos el futuro va a parecerse mucho al pasado, con ciclos tanto al alza como a la baja. Esta vez no tiene por qué ser diferente. Hay un momento en el que se debe apostar porque el futuro será mejor y este debe ser cuando el mercado esta a la baja y todo el mundo esta vendiéndolo todo a precios de remate. A la inversa, cuando el mercado está en máximos, es peligroso tratar de racionalizar algo que nunca antes ha sido cierto. Ignorar los ciclos y extrapolar tendencias es lo mas peligroso que un inversor puede hacer.

 

“Se necesita mucho coraje para comprar cuando los demás están desesperados por vender, y vender cuando otros están eufóricos por comprar, pero es lo que proporciona los mayores rendimientos”.

La frase pertenece a Sir John Templeton, multimillonario y filántropo inglés, fundador de Templeton Funds.

 

Los movimientos pendulares hacia los extremos de codicia y miedo han ocurrido en el pasado y volverán a ocurrir en el futuro. Esa es nuestra mayor certeza en este mundo de los mercados y debemos aprovecharla. Conociendo los mejores momentos del ciclo para comprar y trabajando la psicología inversora, necesaria para comprar cuando todos venden, esperamos ahora sí, como inversores, que ESTA VEZ SEA DIFERENTE.