¿Cuándo vender una acción?

 


Una de las preguntas más comunes cuando se empieza a invertir en acciones es: ¿Cómo se cuándo las debería vender? La respuesta no es simple, y hasta nos animaríamos a decir que no hay una respuesta objetiva a esa pregunta. Pero no te preocupes, no te vamos a tirar la pregunta y te vamos a dejar con la intriga. A continuación te vamos a contar nuestra visión sobre el tema.

Para empezar nos parece importante que comprendas que hay dos formas de pararse frente a un activo: En Finanzas clasificamos estas formas en “especulador” e “inversor”, y la distinción viene dada por el tiempo en el que la persona permanece posicionada en el instrumento. Un especulador compra acciones con la intención de venderlas en cuanto haya una ganancia rápida, en tanto que un inversor no entra en el mercado de valores pensando en cuándo va a vender sus acciones. El verdadero inversor busca construir un patrimonio con una visión a largo plazo, y con un objetivo claro: La Independencia Financiera.

El primer paso de toda inversión, cualquiera que sea, es definir el objetivo: ¿Para qué voy a invertir? Y ese objetivo traerá asociado un plazo, ya que hay objetivos a corto, mediano y largo plazo.

De acuerdo con nuestra visión, cuando el objetivo que nos fijamos tiene una limitación temporal de corto plazo, es decir, si vamos a necesitar los fondos de acá a uno o dos años, lo mejor es ir por la renta fija, y analizar los bonos o instrumentos bancarios cuyo vencimiento calce con el objetivo fijado. De esa manera no estaremos expuestos al riesgo de que, llegado el momento de necesitar el dinero, nuestras acciones elegidas se encuentren a la baja. Recordemos que volatilidad es diferente a riesgo. La volatilidad es la variación de precios que un activo experimenta en el corto plazo, en tanto que riesgo es la posibilidad de no alcanzar un objetivo. Si invertimos en acciones pensando en el corto plazo, la volatilidad puede convertirse rápidamente en riesgo y ésta puede devenirse en una pérdida al momento de vender el activo.

Retomando la idea entonces, el punto de partida es siempre el objetivo. Si el objetivo es a corto plazo mejor nos volcamos a la renta fija. Para la parte de nuestros ahorros que destinamos a la independencia financiera, a construir nuestro futuro, al largo plazo, ahí si optamos por las acciones.

Históricamente la renta variable ha sido la opción más rentable cuando se invierte a largo plazo. En un análisis de más de 200 años, Jeremy Siegel, profesor de Finanzas en la Wharton School, mostró que las acciones, aunque volátiles en el corto plazo, ofrecieron un rendimiento promedio anual del 7% ajustado por inflación, mientras que los bonos se mantuvieron alrededor del 2%. En el largo plazo, la renta variable ha sido la mejor forma de construir riqueza.

El índice SP 5000 en EEUU, por ejemplo, ha mostrado un crecimiento promedio del 10.5% anual en dólares durante el último sigo, a pesar de momentos de caídas como la crisis hipotecaria de 2008 o la pandemia en 2020. Lo mismo sucede en Argentina, aunque con las particularidades de nuestro mercado mucho más volátil, los retornos de la renta variable suelen ser mayores que en la renta fija en el largo plazo.

Dicho esto: ¿Cuándo vendo?

El problema de preguntarse cuándo vender no debería preocupar a un inversor a largo plazo. Y ahí es donde esta precisamente la clave, en no pensar en vender. No te olvides que al comprar acciones estas comprando partecitas de la empresa que estas eligiendo, es decir, te estas convirtiendo en dueño de esa compañía. Y así como alguien monta un negocio o emprende con la idea de vivir de eso, el hecho de comprar acciones de una compañía debería verse de igual forma: comprar para mantener y beneficiarse toda la vida de los resultados de la empresa. Una vez que vendas, no serás más dueño.

Si bien no hay un estudio específico, se calcula que una persona promedio pasa en su rol de inversor unos 30 años. Invirtiendo en distintos activos, no importa en qué, comprando dólares, haciendo plazos fijos o en inversiones menos conservadoras. El caso es que en promedio permanecerá todo ese tiempo en ese rol casi sin saberlo. Ahora bien, si de antemano te pedíamos que pienses en una porción de tus inversiones a muy largo plazo seguramente te asustarías y desecharías la propuesta.

Un ejemplo clásico es del del mega inversor Warren Buffett. El multimillonario inversor sostiene que “el mejor momento para vender una acción es nunca”. Su enfoque ha sido comprar siempre empresas con buenos fundamentos y dejar que el tiempo haga su magia. Buffett compró acciones de Coca Cola en 1988 y, hasta el día de hoy, sigue siendo uno de sus principales accionistas. Y no tuvo ninguna cuna de oro, el tiempo y la paciencia fueron claves para que Warren construya su fortuna.

 

El experimento Marshmallow y la inversión a largo plazo

La tentación de vender ya sea cuando el mercado comienza a caer, o cuando creemos que hicimos una buena diferencia, es alta. Y es aquí donde entra en juego la disciplina psicológica y para eso nos vamos a apoyar en un conocido experimento que realizó el psicólogo Walter Mischel en la década del 70: El Test del Malvavisco.

Mischel ofreció a niños la opción de comerse un malvavisco inmediatamente o esperar 15 minutos y obtener dos. Aquellos que esperaron obtuvieron la mayor recompensa, pero los beneficios no quedaron solo ahí, el estudio siguió mucho tiempo después del test con el seguimiento de los participantes, y se llegó a la conclusión de que quienes supieron postergar la gratificación tuvieron mejores resultados tanto en los estudios como en lo laboral.

Invertir en acciones es algo parecido. La gratificación no es inmediata, incluso el corto plazo te puede dar algunos dolores de cabeza, pero si se asigna a la renta variable aquella cantidad de dinero que sabemos que vamos a destinar al largo plazo, el tiempo y la paciencia van a hacer su trabajo. Y no seremos los nuevos Buffett, pero sin duda tendremos un futuro que se parezca mucho al que deseamos.

 

Un caso increíble

El caso Fidelity esta buenísimo para ejemplificar cómo el tiempo y la paciencia juegan muy a favor en la renta variable.

Fidelity Investments es una de las firmas de gestión de activos más grandes del mundo, fundada en 1946 en Boston, EEUU. La compañía ofrece servicios de inversión, administración de fondos, asesoramiento y planificación de jubilaciones. En la actualidad maneja billones de dolares en activos para millones de inversores en todo el mundo.

La empresa realizó un estudio sobre el comportamiento de sus clientes a lo largo del tiempo. Analizó qué características compartían los clientes que lograban los mejores rendimientos en sus carteras de inversión, y lo que descubrió fue sorprendente: Aquellos que lograron los mejores resultados con sus inversiones en acciones eran, en muchos casos, personas que se habían olvidado de que tenían una cuenta en Fidelity.

Dicho de otra manera, los inversores que no hacían modificaciones constantes en sus portafolios, que no trataban de perseguir al mercado ni de buscar el timing perfecto, eran los que obtenían mejores rendimientos a largo plazo. Al no recordar que tenían una cuenta, no reaccionaban a la volatilidad del mercado ni a las noticias económicas del día a día, evitando así el comportamiento impulsivo que muchas veces convierte la volatilidad en riesgo, y el riesgo en pérdida.

Este fenómeno está muy vinculado con lo que en las finanzas conductuales se conoce como sesgo de acción. Esta trampa mental hace que las personas sientan la necesidad de “hacer algo” cuando enfrentan incertidumbre, miedo, y hasta cuando luego de un resultado favorable sienten que tienen que hacer un movimiento. Muchas veces lo más inteligente seria simplemente “no hacer nada” y eso es lo más difícil de aprender cuando se quiere ser inversor.

 

Para terminar

Si queres tener éxito en la renta variable, la estrategia es clara: pensá a largo plazo. Eso implica que el dinero que destines a las acciones debe ser dinero que no necesitas para el corto plazo. Con la vista puesta en el horizonte, las fluctuaciones del mercado pierden importancia e incluso pueden jugar a tu favor. Y por supuesto nuestra palabra favorita: Diversificá. No inviertas todos tus ahorros en una sola empresa, sector o región geográfica. Hoy el mercado permite poder diversificar sectorial y geográficamente con muy poco capital.

El presidente ejecutivo de la firma Fisher Investments dijo una vez: “El tiempo en el mercado es más importante que buscar el timing en el mercado”. Es decir, permanecer en modo inversores por mucho tiempo es mucho mas efectivo que buscar batir al mercado.

Esperamos que con este artículo te empieces a amigar un poco más con la frase “largo plazo” y dejes de preocuparte por cuándo vender. Si estuviera leyendo estas líneas Mascherano te diría: “Hoy te convertís en inversor”.  Si aprendiste la lección, en 20 años te regalamos el segundo malvavisco.